jueves, 22 de agosto de 2019

SEDICIÓN DEL RELÁMPAGO, libro de poesía de Fernando Ribeiro Saldaña


Fernando Ribeiro Saldaña 
Lima, 1977. Es abogado de profesión, egresado de la Pontificia Universidad Católica del Perú y también integrante del grupo poético Rara Avis.


Rodolfo Ybarra dixit:

UN RELÁMPAGO LLAMADO POESÍA

Las crepitaciones del papel ante el fuego. El combustible de la imaginación haciendo leña y ceniza un mundo que nos contempla y es contemplado. El amor, el odio, la distancia, el recuerdo o las reflexiones como destellos en versos que son también abrasiones en la piel de quien lee o es leído. Así va construyendo Fernando Ribeiro Saldaña un corpus que se adentra en la conciencia del hombre, cava en el centro de un mundo cuasiapocalíptico y emerge desde las piedras o aerolitos incandescentes que caen perpendiculares como bombas de racimo y se convierten en poesía.
Es el primer hombre en la Tierra que se asombra por el paraíso perdido, la lava volcánica, las estrellas fugaces o la invención del fuego que es también la búsqueda de la iluminación que, por antonomasia y por oposición dialéctica, es la abolición de las sombras, las tinieblas o la develación del conocimiento o alegoría de las cavernas platónica. Acaso discernir no es también iluminarse, bañarse de luz (o lux) en el que “creer, saber y conocer” tienen significados distintos y a veces contradictorios, tal y como lo propone Luis Villoro en uno de sus libros.
Pero el poeta enciende su propia antorcha y se asoma a la irrealidad del tiempo donde a la vez que alumbra se transmuta en hacedor de sombras porque la palabra es también lo que no se explica o lo que se convierte en metáfora, figura, tropo no solo con fines estéticos o de belleza sino porque hay un mensaje potente, santo grial o piedra filosofal, logos, que es necesario proteger o poner al nivel de los iniciados. Algo que no obstante tener un origen religioso al modo de san Agustín, san Bernardo de Claraval, san Francisco de Asís, san Buenaventura o santo Tomás de Aquino, ha devenido en objeto místico esencial, candelabro o luz-trascendencia y farol en el mundo gnoseológico. 
Quizás por eso, Ribeiro Saldaña aplica, seduce o conspira con las llamaradas, el humo, los bosques, las piedras, las iguanas (o la salamandra alquímica), noches, estrellas, espumas, brumas, mareas y demás elementos de la naturaleza que tienen la vibración y reflejo inmanente del rapsoda que canta y alcanza su ataraxia en un medio hostil, imago mundi, guiado por la mano de otros iluminados, entre ellos Jhon Milton, Diógenes de Sínope, los simbolistas franceses o el gran Rilke por no mencionar a los postpuristas.
Al final como una hoja encendida o como un monje tibetano todo arderá para ser purificado o porque simplemente “Dejé de buscar en la obscuridad / ahora todo resplandece”. Es decir, el problema poético, si es que hay uno en este manojo de poemas, nunca fue el objeto en sí, sino, como casi siempre ha sido, con los poetas y los artistas, es el sujeto quien observó un mundo en llamas que era-es su propia vida de luz insondable al menos para quien se acerque a la fragua: “Fuego que brota del delirio y el diamante, / flama que destruye la certeza; / el incendio interior que extingo en el poema.”
Solo dejemos abierta la puerta o la ventana para que el relámpago nos alumbre y esta lírica delicada y trabajada, renglón a renglón, cumpla con su noble papel de mostrarnos los diamantes de una lengua que se desata, avanza y se hace sol o foco incandescente ante lo efímero de la existencia o una realidad que nos devuelve la palabra, fin supremo y absoluto del rapsoda. Quizás como apuntaba Octavio Paz “las imágenes se oyen”, pero hay también imágenes que incendian o refulgen y se elevan en llamaradas, pues esta es la Sedición del Relámpago: un relámpago llamado poesía.

SOMBRA ARDIENTE

Incendio la noche
la noche que gira, el torrente afilado 
el frenesí de tu frente.
Quietud de las ondas, vibración, ola que ruge;
aúlla furiosamente en las branquias.
Sólo espero renacer en el metal y la espuma;
en la plenitud de la piedra
y el delirio. Luz que mina la oscuridad
en una fuga de pájaros de agua,
como mineral de agujas en la sien, y mil derrumbes 
en los huesos.
El temblor del espejo que bulle como el huracán, 
y asesina 
como el insecto bajo la piedra: escorpión de sueño 
que disipa la angustia de tus ojos.
Sin embargo, no destruyas las ramas, el cráter de luz
ni la imagen enterrada en tus venas. 
Cuando yaces perdido 
en la instantánea marea en mil epifanías congeladas
como sombra que arde coléricamente 
como un puñal en los ojos.

ABSORBE LA SOMBRA

Absorbe la sombra, el cristal roto 
la arteria fugaz, el triángulo seco;
la furiosa materia del tiempo
arremolinarse entre tus ojos.
Oh inmanencia, nutre de ramas el insomnio
pervierte el metal evanescente del humo
y el astro en la mejilla, 
y eclipsa la palabra aniquilada
entre la piedra. Danza oscurecida, invencible visión 
de inútil sombra entre la nada.
Diamante asesino, nudo que brota entre los dientes:
razón huracanada, extinguiéndose
ácidamente en el fuego
como piedra que lacera el aire.

INTENSIDAD 

Perviertes las luces, seduces al rayo, 
niegas la voluntad del relámpago. 
Agua que refleja un pensamiento,
volátil sombra, manantial que fluye. 
Marea de diamante que penetra la noche, 
transforma al pájaro destruido en el poema, 
en purísima rama incandescente.

MISTERIO

Has silenciado la música,
soñado la violencia. 
Purísimo ramaje que surge 
del desvarío.
Pez que incendia las aguas,
has renunciado a la eternidad, 
al misterio; convertido la angustia
en agua cristalina:
en belleza que la noche nos prodiga
sin saber por qué.






















No queremos cazar la Noche, reciente libro de poesía de Carolina O. Fernández


LA AUTORA

Carolina O. Fernández es ama/trabajadora de casa, escritora indisciplinaria y profesora sanmarquina. Ha publicado A tientas (2016), finalista en el premio Copé de poesía 2015, una parte de este libro obtuvo el primer premio de los Viernes Literarios el 2014; Un gato negro me hace un guiño (2005); Una vela encendida en el desierto (2000), poemario con el cual obtuvo el segundo premio Nacional Horacio 2000 convocado por la Derrama Magisterial.
La obra poética y ensayos de Carolina O. Fernández se han publicado en varias revistas y antologías.
Sobre poder, imaginarios sociales, cultura y género ha escrito los libros: Procesos de descolonización del imaginario y del conocimiento en América Latina. Poéticas de la violencia y de la crisis (Fondo Editorial Facultad de Ciencias Sociales de la UNMSM, 2004), Poéticas afroindoamericanas. Episteme, cuerpo y territorio (Pakarina/ UNMSM, 2014); La letra y los cuerpos subyugados. Heterogeneidad colonialidad y subalternidad (UASB, Quito, 1999).
Estudió sociología y doctorado en Ciencias Sociales en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, maestría en Letras en la Universidad Andina Simón Bolívar de Quito y Género y ciudadanía en la Universidad de Huelva, España.

SOBRE LA AUTORA

«Solidaridad, sabiduría, complicidad, humor, sanación, río de tierra, mar y aire son huellas profundas en la poesía de Carolina O. Fernández: “dudo que usted haya estado conmigo/ pero no dudo que usted estuvo en la Habana (…) y se quedó por siempre conmigo/ pero no en la Habana/ se quedó en el silencio”. Su identidad poética es la irreverencia que provoca en sus lectores una sensación de alegría en su homenaje a Emily Dikinson: “y saludábamos a la vaca Margarita/ que rumiaba el rencor del carnicero/ en un porongo llevábamos la leche”(...) La poeta nos agita y conduce, a pesar del dolor, por ese sano humor casi siempre ausente en la poesía peruana». [Gloria Mendoza Borda]

«Interpelada por la realidad oscura y distópica de los feminicidios, la racialización de la pobreza, la discriminación y el acoso, Carolina O. Fernández construye un corpus poético feminista; ahí la sororidad, las alianzas entre cuerpos y el ecologismo ambiental se convierten en zonas de resistencia contra el colonialismo. Como las iluminaciones profanas de Walter Benjamin, cada uno de los exquisitos poemas que componen este libro estetizan y poetizan la cotideaneidad de un sujeto femenino nómade que se vuelve colectivo en su diálogo con otras voces». [Ana Peluffo]

«Un fraseo que se aproxima a lo visceral: “Me arranco los ojos/ pestañeo sangre” nos presenta el talento personal de Carolina O. Fernández en su libro No queremos cazar la Noche. Con este tono principia su viaje a través de los recuerdos familiares, las calles de París –donde leemos: “Kristeva/ Ollé y Verástegui/ barricadas en los Campos Elíseos/ yo ofrecía cigarrillos con mi poncho rojo”–, es decir, el mundo de la bohemia intelectual que soñó con la Revolución y también la inmersión en un trabajo del lenguaje que consigue versos de lograda belleza. (...) Poesía fuerte, directa que nos remueve la conciencia, lo que no es óbice para que nuestra poeta alcance sugerentes estados de intensidad estrictamente lírica». [Roger Santiváñez]

LA POESÍA

Nombrar
lo que se lleva dentro
el árbol
hojarascas
mi corteza

En la memoria abundan paisajes
no aman teñirse el cabello

Desprenderse

Desgajar la palabra
astral
la unidad cuántica
y anudar
besar los ojos

(no los anteojos)

Al abrir la ventana
se abre el velo
quebradizo de mis labios

En las hayas una luz
tan oscura como mi piel
brinco de un barranco a otro
hasta arribar al piélago

Sumerjo mis ímpetus
en oleado canto El Pacífico
ruge

Soy una golondrina que saluda al mar
Para llegar a mí y empezar
me arranco los ojos
pestañeo sangre
balbuceo canto a las montañas

Para llegar a mí
y descubrir la orilla
arrancarme los albatros
más allá del misterio
lograr la escollera verde
viajo por dunas
oceánicos vientos nutridos de coleópteros
o enmudezco ante el cantar
de la escritura que zozobra

Madre no debió abandonar
el balcón de aquella puerta azul
sobre la montaña más alta

No debió escuchar a papá
así yo no habría
venido a esta cima

No estaría con mi canto
a riesgo de extinguirse
en la penumbra de este
pequeñísimo globo azul
a punto de estallar

EMERGENCIA

Ellas no querían cazar la noche Anne Sexton
ellas deseaban gozar disfrutar la noche
días de sombra  luz  oscuridad

María Jimena iba a clases de pedrería en la comisaría de Canto Rey/ María Jimena 11 años disfrutaba abalorios diurnos/ divertimento en su nuevo portalápices y su morral/ en sus mundos imaginados y prendas de vestir/ Aquí donde quieren matar los sueños pero no podrán arrancar tu voz/ qapariy que vacía las entrañas María Jimena/ aquí estamos/ vela encendida.

Si supieras Felipe Guamán Poma que aún
la absurda arrogancia de poseerlo todo
gobierna el mundo
acorrala a las niñas
y con la fuerza del odio de dios
violan y asesinan

“el padre Alvadán desnudaba a su hija y le miraba
el culo y el coño y le metía los dedos, y en el culo
le daba cuatro azoticos, cada mañana
 le hacía a todas las solteras (…) un fiscal atestigua
que un padre verdugo lo castigó porque tenía una india amancebada en su casa y cocina, y
así la tuvo; y después de haberle castigado le
pidió una hija suya, que tenía y le dijo que más
honra tenía que fuese mujer del padre y no de un indio hatun luna tributario y se llevó a la hija
doncella y la desvirgó a la fuerza; y
después de esto tornó a pedir a su hermana…”

FGP

Aquí estamos viajero en el matadero
continuamos navegando contra la corriente
siglo tras siglo

Aquí donde quieren matar los sueños
pero no podrán arrancar tu voz
aquí estamos apátridas
hierba encendida

Vicki Beatriz Quispe Hallasi 25 años natural de Juliaca/ quemada con agua hirviente en San Juan de Oro por Nicolás Albert Ccuno Perca/ fue en la madrugada de un día/ dios no estuvo enfermo/ Ella preparaba el desayuno en un cuarto alquilado/ ella lo amaba
¿Amor? ¿Temor a la soledad?/ a la soledad de la noche?/ Soledad helada en las alturas de Juliaca/ soledad agobiante del trabajo a destajo.
Prefería abrigarse en la cocina preparar sangrecita para comensales de ensueño/ prefería preparar el thimpo de Carachi a base de pescado/ olorosa muña y chuño entero/ Así lo conoció saborearon juntos  vibrantes viajes/ todo cambió desde que empezó a sumergirse en la oscuridad y frialdad minera/ la sorprendió arrojándole el agua hirviendo/ al oído/ al cuello/ al omóplato/ al pecho que ayer mimaba con sus besos.
Rosa Andrade Ocagane 67 años/ mujer sabia de los pueblos resígaro y ocaina/ natural de Nueva Esperanza y Pebas en Loreto/ Un 25 de noviembre de 2016/ te pienso y te imagino hermana Rosa/ navegando y cantando contra la corriente en el río más grande del mundo/ un 25 de noviembre el cuerpo de Rosa Andrade fue encontrado acribillado torturado/ autoridades de la comunidad resígaro encontraron y entregaron al asesino que quería matar tu canto/ la fiscalía provincial de la república y su “democracia” también quisieran matar tu canto/ para el tribunal de la república/ la vida de Rosa Andrade no vale absolutamente nada.
Eyvi Liset Ágreda Marchena 22 años/ empleada de service natural de Cajamarca/ quemada en un bus de la línea 8 entre la Av. 28 de Julio y Paseo de la República/ ironía de dios pater/ Eyvi fue quemada una mañana que dios estuvo enfermo/ dios no  estaba  enfermo/ dios arrojó gasolina e incendió la vida de Eyvi/ dios arrojó gasolina a Juana Mendoza/ cuantas veces pidió a su madre y su hermana que la esperaran que no la dejaran sola/ cuantas veces intentó denunciar

Han matado la vida
           la luna el sol
           han matado a Eyvi
           22 años
           sueños incumplidos
           señorita
           22 años mi hija.

Ausencia que hace llorar a la madre/ a las muchachas del barrio de la hermosa región de Cajamarca/ allí donde se padecen los secuestros/ cuarto de rescate con ondulantes nubarrones.

Han matado a Eyvi/ A Olinda Arévalo/ la abuela sabia del pueblo Shipibo-Konibo/ A la pequeña Jimena de apenas 11 años/ Sus vivaces ojos negros reflejan la profundidad de la noche/ vela encendida en trinar de pequepeques.
Sueños tercos
los sueños de Olinda
de Eyvi
los tuyos los míos
son rotundamente tercos
se multiplican
se reencuentran en las pequeñas
y grandes palabras
nos entrelazan
se visten con ropa limpia
saben a mandarina
a racimos de vid
saben a la vida vestida de enjambres violeta
y vibrantes océanos

Ellas no querían cazar la noche Anna Sexton
ellas deseaban gozar la noche
días de sombra luz y oscuridad

Hoy al borde del naufragio y esta llama que no se apaga/ Esta llama que arde que destruye y encabrita/ Esta llama en el cuerpo de Eyvi de Jimena/ En mi cuerpo llama muralla gigantesca que zarpamos en esta república encarnada en el gran depredador y sus anémonas insaciables
en esta gran prisión de niñxs y mujeres
en esta gran prisión de trabajadorxs

En ti observé lo que tienen de enigmático los tiranos  decía Kafka

Hoy necesito una poco de sombra
la sombra que siempre me aguardaba
hoy también se fue


Libro de poesía Jaurías de Fabián Bruno Remigio


Jauría

Me han otorgado un nuevo oficio en este mundo,
quieren que funja de sepult
urero de perros.
Cada mañana encuentro un perro muerto en la puerta
de mi casa, y debo cavar la inmensidad.

Más perros escogen mi casa para morir.
Ya perdí la cuenta de cuántos he lanzado a su
sepultura y desde allí, inermes y tristes, me miran:
la melancolía vive en ellos.

No escojan mi casa para morir,
la han invadido toda y ya no soporto sus rincones.
Convivo con la muerte que sorprendo en sus ojos,
me avisa que pronto seré un muerto más.

He aprendido a convivir con este olor,
encuentro en la mirada de ellos la mía.
Aprendí a vivir como hombre.

Soy uno más de la jauría que invadió esta ciudad.


Cover


Soy un fugitivo, un hombre sin tregua,
sin tus cabellos, con mi caballo cansado,
con mi montura rota de sol;
sé que estás lejos de mí, de mi estancia
pasajera, de este hombre que se desgaja de
soledad en las herraduras.
Es hora de ocultarse y ser parte del polvo ruinoso.





















Fabián Bruno Remigio
(Colán, Piura, 1983)

Estudió en la Universidad Nacional de Piura y la Universidad de Piura. El 2004 ocupó el primer lugar en el área de poesía de los Juegos Florales Flor de Achupalla, organizados por la Facultad de Ciencias Sociales y Educación de la Universidad Nacional de Piura. El 2007 ocupó el segundo lugar en el IV Concurso Nacional Escribas Muchiks, género poesía, organizado por el Conglomerado Cultural de Lambayeque.
Ha publicado, en coautoría, el libro Estirpe Púrpura (2010) y la antología de narrativa piurana Bitácora Púrpura (2013). Ha sido antologado en Catástasis 2013 y en Ausente ardor de arena & algarrobos (2017). Tiene una columna cultural en el diario Correo de Piura.


ROGER SANTIVÁÑEZ DIXIT:

Con este libro –titulado muy piuranamente Jaurías– es decir, la mancha de viringos que asola nuestros arenales, el poeta de los tres nombres Fabián Bruno Remigio se entronca con la mejor tradición poética de la región (la que va de Juan Luis Velásquez a Sigfredo Burneo pasando por Marco Martos), pero no se queda allí; nuestro autor –dueño de notable talento e impecable dicción– ha sabido configurar un manojo de poemas –frescos, concisos, compactos– llevándonos en un viaje a través de sus experiencias vitales, transformadas en visiones de proyección universal.
Estos textos –aludiendo al símil de Jaurías– nos aúllan (nos ponen ante la evidencia) de un pueblo –una nación– en lucha permanente por su identidad y su destino. El poeta es testigo y su misión es cantar los affaires de aquella masa humana azotada por la Historia. Y en el meollo de su corazón desolado el cantor es capaz de elevar una música que traspasa el tiempo; he aquí su rol y su registro: yendo desde la casa familiar hasta los contornos del mito; su palabra nos conmueve y nos redime.
Con este singular trabajo, Fabián Bruno se coloca en un especialísimo lugar de expectación en el vasto concierto de la poesía latinoamericana de la actualidad. Y lo hace desde sus cantos choquecos afirmando la melodía piurana –costa norte del Perú– vuelo y silbo de los aires que nos competen con sagrada inocencia y fulgor de sol sobre las dunas quemantes a un paso del mar de Colán.


A PROPÓSITO DE LA MONTAÑA: LA REGIÓN MÁS TRANSPARENTE EN LOS CUENTOS DE NINO RAMOS

La Montaña de Nino Ramos Panduro, Hipocampo Editores 2022.  Escribe: Mario Suárez Simich La educación tradicional ha acuñado en el imagina...