sábado, 3 de julio de 2021

PALABRAS DE OTOÑO, libro de poesía de Carlos Ernesto Orbezo



Carlos Ernesto Orbezo

Profesor de Arte y periodista peruano radicado en el estado norteamericano de Virginia desde 1989, donde dirigió el semanario en español La Prensa Metropolitana y fundó y editó la revista de entretenimiento VIDA Magazine. En Perú fue director de noticias de Radio América y por muchos años tanto en su país de origen como en los Estados Unidos desarrolló labores de promoción cultural para la comunidad latinoamericana. En los Estados de Virginia, Maryland y Florida, tuvo responsabilidades de productor y conductor de espacios educativos y de farándula para Tv por Cable y Radio Hispana.

Nació en el distrito del Rímac, Lima, pero creció y se formó escolarmente en el balneario de Barranco, Lima. Cursó estudios de Arte y Diseño en la antigua Escuela Nacional de Arte Dramático de Lima y en la Escuela de Teatro “Emilio Carballido”, dependencia del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura del Distrito Federal, México. Su formación como Comunicador Social fue desarrollada en el Instituto de Periodismo “Jaime Bausate y Meza” (hoy convertido en Universidad de Periodismo). 

En la actualidad Carlos E. Orbezo, quien adquirió la ciudadanía norteamericana, se encuentra retirado de su actividad periodística luego de veinticuatro años continuos en esta profesión. Las pasiones que mantuvo desde la década de los ‘80 fueron la dramaturgia y la poesía. Gracias a estas aficiones ha logrado cumplir una tarea hermosa en la difusión de sus trabajos literarios a través de redes sociales que le permitieron ser invitado como poeta y periodista a diferentes eventos por Iberoamérica, recorriendo países como México, Colombia, España y Perú. Autor de su primer poemario Las pecas de tu espalda, mayo del 2019 en Perú. Continúa escribiendo crónicas y obras de teatro. 

Palabras de otoño

El escritor Carlos Ernesto Orbezo, en su segundo poemario Palabras de otoño, acopia una fuente exquisita de textos que le da acceso al instintivo de vivencias que recoge y genera importancia no solo para el autor en la etapa de madurez, que todos los seres humanos desearíamos experimentar, sino que él mismo reviste y recrea los versos de fuego y mirra, los seduce ante el buen juicio de lectores y la escala de prudencia y sensatez. 

Palabras de otoño relata sus propios clamores, los más íntimos, los más internos, los hace que broten de manera fina para dar rienda suelta a lectores comprometidos con el criterio de una vida soñada, trajinada en delirantes periodos, son sus versos transitando la vida, propiciando la cordura y en ella se prevé una aprovechable vitalidad en el espíritu, los trazos del poeta son sus propios versos, al referirse al término “vejez” discrepa enormemente de la “vejez del alma”, y transporta a los lectores hacia sus  propias creaciones, hacia el arte de escribir en el espíritu, y la vivencia de purificar sus propios miedos marcando distancias, donde no sea “ilícito mirarse en el espejo “como contraste del tiempo.  

Esta nueva obra que lleva acertadamente el título de Palabras de otoño revela esa travesía de mirar  “palabras encontradas”, mirar la “piel encadenada cruzando puentes” en la mitad de los sueños. El autor perfila su propia “quiebra ante el espejo de su propia alma”,  frente a versos y abecedarios limpios y humanos, donde la nada queda al final silenciada.

Escribe Silvia Ortiz

El escritor Carlos Ernesto Orbezo en Palabras de otoño, hace credo de sí mismo su propia estancia, la vida suya discurriendo profundidades, es su propia voz, la de todo aquel que rebase cuatro paredes en campos diversos, la vida del poeta, su intrínseca actitud frente al espejo, sus errores, sus caídas, sus aciertos, su mágica forma de ver el calendario mordido por crepúsculos andares. El accionar propio del autor se mueve, la vida espiritual frente a edades que no pesan, y que ya porta serenamente.

El poeta recorre el espejo de sus propios años, invita cálidamente a esa mirada ausente de temores, se constituye en un duelo de conciencia plena y de seguridad del que anda, del que muestra su propio campo fresco, se halla así mismo en la timidez, y la vaciedad de sí mismo, sus años. Tenemos frente a nuestros ojos la capilla poética más certera del alma, ama y discurre por témpanos de frialdad en ese trajinar, y no se quiebra, ora sobre versos dolorosos, se conduele con el paso matutino de andantes, embalsamados andantes en la ofrenda misma del espejo.

El lector podrá descubrirse prontamente en ese binomio del que ofrece el autor, esa plegaria pastoral de gruesísimo formato, muy pocos escritores han podido perpetuarse en los ojos de lectores, de modo tan sencillo y con purificado escrito, ante ustedes este generoso aporte de justicia y benevolente rescate para el alma, Palabras de Otoño, lirismo sereno y arduo amor por los espejos.

Virginia, USA


Prólogo

Escribe Enrique Dintrans Alarcón

Y regalaré mi taza de café, las frutas mendigas de mi pluma

(del poema terrenal: “Palabras de Otoño”).

El escritor Carlos Ernesto Orbezo desarrolla sus escritos en la universalidad de los “otoños”, la generosa alfombra humana que se gesta como manantial en la exquisitez poética,  y es que a nuestro escritor le acompaña una fina intensidad y profunda gama emocional, deja abierta la mirada hacia los grandes misterios de la existencia humana, y la notoria intención de hacer perceptible aquellas verdades que “el alma calla”, no obstante, nos hace partícipes de una maravillosa conciencia, los “períodos del alma”, los “otoños del silencio”, una vez más es el lector o grupo de lectores que determinarán los quejidos nuevos que se sumen a la colosal invitación del “otoño en marcha”. 

En este segundo poemario titulado Palabras de otoño, es el mismo escritor quien traza un camino minucioso y distintivo hacia la acertada experiencia vital del otoño. La obra suya emerge, con una conciencia lúcida, cromática y descriptiva de lo que parece ser un ciclo, un movimiento vital, donde el balcón mismo del otoño se asoma con experiencias luminosas y desgarradoras. La voz del  poeta irrumpe en cada verso,  adopta distintas estancias emocionales, celebra e impulsa un registro vigoroso de sus recuerdos, olvidos y pasiones, cruza fronteras, levanta visiones, se examina a sí mismo con sorprendente naturalidad, transparencia y plática. Los sentidos quedan perpetuados y los  lleva al asombro mismo de la edad, de tal forma que es imposible no asombrarse, ni sentir empatía por lo que representa. 

Por otro lado existe en la poesía viva del autor, una conciencia del proceso histórico universal, donde la voz lírica le permite reconocerse y haberse perdido en jardines babilónicos, arañando sus propias alas, divagando su canto ante “huesos pensativos”, el poeta de la “danza plena” adjunta sus pasos lentos, su voz también es “voz hambrienta de secretos arrinconados”, es  culpa desesperada digiriendo preguntas, una voz que se siente golpeada “en sus propios versos”. El poeta Carlos Ernesto Orbezo, afirma haber caminado por calles imperfectas, vestido de blanco, desesperadamente de blanco, ridículo y desértico, irremediablemente sensible, se ofrece así mismo como “testigo inquebrantable” y poeta del “alimento interno”, él mismo cabalga y olvida abecedarios, desenreda idolatrías  encadenadas a tierra de nadie.  

Frente a lo sagrado y la expectativa de lo divino, no puede ocultar cierto trato con registros de lo religioso, muy recurrente a lo largo de sus escritos, pareciera una veneración meritoria del “mirarse por dentro y en otoño”, así se observa que recorre su largo peregrinaje, y es la poesía, su poesía la que intenta cruzar puentes en que el tiempo se disuelve como ocurre en el poema “Un día”, y así, “un día cualquiera, de visitas inesperadas”, un día en que quizá llueva, o que quizá nunca llegue, en el que el poeta “olvide cerrar puertas”, o “la memoria se escandalice”, y es que esa voz, su voz ha vivido tanto, que “ha llorado sobre sábanas santas” y traza silenciosamente porque “hay lluvias festivas en copas de vino”, y “por los besos y versos de todos los viernes santos”. Sin embargo hay un quiebre de esta alma peregrina que, no renuncia a un declarado compromiso de escribir “plegarias en las cenizas”, escribir “las miserias del alma sobre lluvias de hambre”.    

Y como varón del amor, deja una enseñanza mayor, amar y respetar a la mujer, dejando de lado ese torbellino de crímenes en que se mata y se atropella a cada mujer del mundo. Su voz se levanta ante el festejo por la mujer “como revelación del amor”, presenta una relación amorosa hacia la mujer, su esposa a quien describe en la libertad de las ataduras y culpas, la mujer que ama señala el autor “la que limpia con besos de fruta mis mejillas golpeadas / la que todo lo transforma y glorifica / la que alimenta sus ojos en la ruta de la inocencia y todo, todo lo desnuda”. Es esa mujer, su esposa, la que esculpe milímetro a milímetro el otoño de los sueños, la mujer de la sonrisa autentica, su esposa, la mujer que considera serenamente hermosa, ella la que imagina locuras de fuego y de siempre emancipada culpa, ella la que goza en sus brazos como niña, y en “otoño”, en otoño, en todos los otoños, eso espera.  

Por otro lado y en perfecta sintonía y registro introspectivo, el poeta refiere a la “Madre”, a su propia madre y en ella a todas las madres. Le perturba ver partir algún día a su propia madre, y de seguro confía eternamente en los otoños de los hijos y el cuidado de sus madres, eso cree, eso anhela, por eso escribe: “espérame en el faro de las conductas olvidadas”, espérame “cuando marches al paraíso de los mundos felices”, la madre, a quien quiere escoltar, a quien revela incansablemente ser dueña de sus adentros, de sus avances, de saberse y saberse vivo de verdad y en “otoño”, pues ella le ha dado el poder de una mirada que le ha llegado como una visión “bendita” de la tierra, una visión acústica de vivir y de vivir en la libertad de cada ruego.   

Palabras de otoño de nuestro autor Carlos Ernesto Orbezo, nos invita a la consolidación de esta tierna, y espléndida plegaria por la vida en “otoño”, adherirnos, y a sumar de por si en nuestras sociedades el arte de vivir el “otoño de palabras” de nuestro interior, nos ofrece vida, y la danza jubilosa en la esfera del cristal de nuestras edades, nuestro interior, nuestras vivencias, ahora en medio de un mundo recargado de ausentes “otoños”. Este poemario podría sumarse a las casas de hogares donde la lectura se haga baluarte de tantos y tantas angustias de “otoño”.

Santiago, Chile.

Febrero, 2020.

MUESTRA POÉTICA

CAMINOS IMPACIENTES

Y aquí estamos...
gaviotas embriagadas,
abriendo alas a la realidad
de nunca aborrecer inocencias,
liberando condenaciones,
eliminando canciones de fuego
en oraciones matutinas,
sujetando costumbres
en cada silencio transparente
de latidos eternos.
Gaviotas embriagadas...
hoy estamos sin gemidos
rescatando memorias intensas,
horas de promesas bailables,
miradas enmascaradas
sin nombres excluidos,
palabras huecas,
letras traviesas impacientes,
arrojando monotonías
de voces incorregibles.
Y aquí estamos...
bajo lluvia de letras egoístas,
sacudiendo cansados secretos,
con las ansias de creer
que hay espinas y sueños
en el camino libertario
de juramentos ardorosos...
y es que somos peligro
bajo el humo de viejos árboles,
sin violines encendidos.


ESTE DÍA

Este día...
que no es un día cualquiera
en el otoño de mis cantos...
hay líneas blancas
en las huellas del reloj,
en páginas coloreadas
que alimentan fantasmas,
en lo profundo de mis paisajes
de luces intermitentes,
de cruces en la frente.
Líneas blancas
en los sonidos bendecidos
de la inocencia,
en la sangre transformada
en vino tinto de viejos siglos,
en lágrimas o lluvia,
sin abecedarios peregrinos
por el viento musical
de mis años perdidos.
Este día...
que no es un día cualquiera...
escribiré sobre alborotos
del cansancio
cuando desgarro la mente
de todo lo fatal en los huesos.
Líneas blancas...
en la rabia del camino
que roba los auxilios
de ventanas abiertas.
Solamente este día
en el otoño de mis danzas,
de hierba húmeda,
de banderas ahogadas
cada mañana sin medallas,
con las manos apretadas
en los bolsillos, 
robando el frío a las sombras, 
crucificado en mis letras.





REHÉN DE VOCES, libro de poesía de SILVIA ORTIZ




Silvia Ortiz 

       Nació en Arequipa, Perú. Posee estudios de doctorado en administración de empresas y maestría en gestión de la educación. En 1996, coordina la presentación del libro Trinos y aleteos en Lambayeque, Perú y en dicho evento, juramenta como Directora de Relaciones Exteriores de la Casa Nacional del Poeta, Chiclayo. Ese mismo año, presenta su primera plaqueta La casa vacía. En 2011, fue declarada Visitante Ilustre en Cajamarca. En 2012, fue reconocida y nombrada Huésped Ilustre en el VI Festival de Poesía Cielo Abierto, Barranca. Ese mismo año, le fue otorgado el Diploma de Mérito por su aporte cultural en el I Encuentro de Escritores en Ica. En 2013, fue nominada Huésped Ilustre en Cajamarca y recibe Diploma de Honor por su valiosa participación literaria en el IV Festival Internacional de Poesía, Cajamarca, y en ese mismo año presenta su poemario Los Nudos de la noche en la V Feria de Libro Zona Huancayo. En 2014, obtiene el Diploma de Honor en el Festival Internacional de Poesía por la Paz, Lima y participa en el Encuentro Poético del Quincuagésimo de la Creación del Instituto Raúl Porras Barrenechea, Lima. En 2015, participa en el Primer Encuentro de Escritores Peruanos en los Estados Unidos en Washington, D.C. 

       Sus obras aparecen publicadas en las siguientes antologías en Perú: De quenas y bandoneones (2011), Ontolírica del viento (2011), Fiesta del amor (2013), el VIII Festival Internacional de Poesía por la Paz (2014), Humanipoetimente (2014), Más allá de la palabra (2015). A nivel internacional, sus poemas fueron incluidos en antologías tales como el I Encuentro Internacional de Poetas en Valencia, España (2015) y Miradas sin tintes de piel, México (2016), Viaje de Poetisas Hispanas hacia el Mundo Árabe, Jordania, (2016), Poetas Latinoamericanos en los Ojos de la India, India (2016). En 2014, sus poemas fueron publicados en las revistas literarias peruanas Delirium tremens, Abrazomar poetierizado y Palabra en libertad  y, en 2016, en la Revista azahar de Colombia y la Revista internacional Galaktika poetiké ADUNIS, Albania. Es autora de los poemarios Los nudos de la noche, 1ra edición (2013), La ceniza de otro Dios (2014), Ojo de pez I (2014), La fresa de tu boca (2015), Los nudos de la noche, 2da edición (2015) y Ojo de pez II – Humanidad arañada (2015), La casa del silencio (2019). Ganó el Premio Mundial a la excelencia Literaria en el II Congreso Mundial de Escritores "MIGUEL DE CERVANTES", de Orlando, Florida (2016). Diploma de Honor por su Destacada Labor Literaria y Aporte Cultural en el Mundo, Agencia de Prensa Internacional APREINT, Barcelona, (2019). Recibió Homenaje en la Revista letrare ATUNIS (2017). Algunos de sus poemas fueron traducidos al inglés, francés, italiano y bengalí.

Recensione di Teresa GENTILE

L’amore, l’amicizia, la misericordia, la fede sono chiavi di volta per dar voce a chi non ha voce e che per tanti motivi si vede costretto a rinunciare a una vita familiare, sociale e professionale normale perchè catalogato come «schi - zofrenico» e posto tra esseri in cui, e non per loro colpa, l’anima è prigioniera di una affettività alterata, di gelosia immotivata, di scissione tra pensieri ed azione, di allucinazioni uditive e visive, di deliri di persecuzione, di disordini nel linguaggio, di catatonie che li rendono inquieti, ed in continuo stato d’agitazione, depressione, irritabilità, disperazione e con voglia crescente di ricorrere al suicidio. Ebbene, la nostra Silvia Ortiz dedica la sua poesia proprio agli schizofrenici ed a noi. Ci parla della loro tristezza, della loro solitudine, della loro malinconia. Si sofferma sulle loro famiglie che soffrono e di istituzioni specializzate che con professionalità si impegnano perchè avvenga una ottimale inclusione sociale dopo un periodo di opportune cure e mutamento d’ambiente di vita e di occupazioni motorie.

I versi di Silvia Ortiz sono ispirati, appassionati e animati da particolare vibrazione quando ci parlano di una politica disumana che sceglie la via del silenzio su tale complesso problema sociale che pure ha radici profonde. Infatti, alla base dell’insorgenza della schizofrenia è proprio un contesto sociale privo di regole giuridiche ed etiche e sempre più violento, criminale destabilizzante, frustrante e discriminante. Ciò nelle persone più fragili e sensibili causa l’insorgenza di paure, senso d’oppressione, inadeguatezza, irritabilità esasperata, disperazione, manie suicide o omicide. Come conseguenza ogni regola viene eliminata, impunemente è distrutta ogni forma di bellezza e vengono soffocati gli ideali ed i sogni più belli, ogni speranza e ogni umana certezza. E’ logico che troppe tensioni, troppe paure incontrollate portino a comportamenti irrazionali, fragili, incomprensibili e provochino scissioni gravi tra pensiero, memoria, percezione, mitezza e violenza.

Vero irrinunciabile psichiatra, - ci avverte Silvia Ortiz - dovrà essere ogni padre perchè : sempre più gli si richiederà d’esser forte, di dare non solo un esempio etico adamantino ma di educare i figli ad esser ligi a regole precise per crear stabili argini tra le frontiere del bene e del male. Più egli sarà un eroe del quotidiano e più i figli diverranno coraggiosi, forti, capaci di non esser sconfitti dai falsi miraggi della violenza e da illusori pseudomiti offerti dalla società odierna. Questa preziosa poetica di Silvia Ortiz è puro flusso di luce e merita d’esser letta perchè è prezioso seme di vita nuova.

Italia, 2017 

Recensione di Teresa GENTILE 

(Traducción libre del texto en la contraportada)

«El amor, la amistad, la misericordia, la fe son claves para dar voz a aquellos que no tienen voz y que por muchas razones se ven obligados a renunciar a una vida familiar, social y profesional normal porque se clasifica como "esquizofrénico", y colocado entre seres en los cuales, y no por su culpa, el alma es prisionera de una afectividad alterada, de celos desmotivados, de una división entre pensamientos y acciones, de alucinaciones auditivas y visuales, delirios de persecución, de desórdenes en el lenguaje, de catatons que los hacen inquietos, y en un estado constante de agitación, depresión, irritabilidad, desesperación y con un creciente deseo de suicidarse. Bueno, nuestra Silvia Ortiz dedica su poesía a los esquizofrénicos y a nosotros. Nos habla de su tristeza, su soledad, su melancolía. Nos habla sobre sus familias que sufren e instituciones especializadas que se comprometen profesionalmente a garantizar una inclusión social óptima después de un período de tratamiento adecuado y cambios en el entorno de vida y las ocupaciones físicas. Los versos de Silvia Ortiz están inspirados, apasionados y animados por una vibración particular cuando nos hablan de una política inhumana que elige el camino del silencio en este complejo problema social que también tiene raíces profundas. De hecho, la base de la aparición de la esquizofrenia es un contexto social sin reglas legales y éticas y un criminal cada vez más violento, desestabilizador, frustrante y discriminatorio. Esto en las personas más frágiles y sensibles provoca la aparición de miedos, una sensación de opresión, insuficiencia, irritabilidad exasperada, desesperación, manías suicidas u homicidas. Como consecuencia, se eliminan todas las reglas, cada forma de belleza se destruye con impunidad y los ideales y sueños más bellos, toda esperanza y toda certeza humana se sofocan. Es lógico que demasiadas tensiones, demasiados temores incontrolados conduzcan a comportamientos irracionales, frágiles e incomprensibles y causen serias divisiones entre pensamiento, memoria, percepción, suavidad, violencia. Silvia Ortiz, una verdadera psiquiatra, nos advierte que tendrá que ser cada padre más y más: se le pedirá que sea fuerte, que dé un ejemplo ético inflexible, que brinde reglas precisas a sus hijos para crear fronteras estables entre las fronteras del bien y del mal. Cuanto más es un héroe de la vida cotidiana, más valiente, fuerte, capaz de no ser derrotado por los falsos espejismos de la violencia y por los pseudomitas ilusorios de la sociedad actual. Este precioso poemario de Silvia Ortiz es puro flujo de luz y merece ser leído porque es la mitad de una vida nueva.» 

Italia, 2017


MUESTRA POÉTICA

XXIV

La historia virreinal no es la misma 
en el invierno de malvas   
no es la misma en el histórico dolor
no es lo mismo el paso relámpago
con mecánica costumbre 
el deslinde en la demencia 
como caja de cartón
no es lo mismo 
un árbol deshecho por la deshonra  
en el motín que acompaña  
al arco iris en el cauce de improperios
no es lo mismo. 
La belleza libertaria no es la misma 
se equivoca cuando evoca consuelo 
en la efigie falsamente levantada 
no es lo mismo 
el pavor estudio inexacto 
en novelas extintas en la sociedad del terror
no es lo mismo la observancia de la calma 
en su propio vaivén latido   
no es lo mismo 
las flores en la antorcha 
en los dulces que invoca 
hoy tu boca.

XXXIV

Me dijeron que me cubra 
de los tiempos bajo auroras
del insomnio cuentagotas
son los golpes que recibo casi a diario
son los versos de este trago medicinal 
son cuidados en merienda libertarias 
¡contra el gluten!
¡contra el gluten!

Me dijeron que me calme  
que me arrope de soberbias 
en acceso de los grillos en la noche, 
la herida es baraja frente hospitalaria 
de comer y de beber en el gluten 
conviven traiciones de mi mente 
nula calma. 

Me dijeron de antemano
que los bosques gigantescos 
aseveran que vigile la comida
que los pépticos ingresaron con engaño
es el gluten el bandido y la probable
causa mental en el juego de la vida 
y en la rima sensibilidad
sensibilidad al gluten.


PRÓLOGO

Escribe Carlos Ríos Cuadros

        Son como gotas de agua, como rocío del alba, como las flores que tienen aromas indelebles, así son los versos de Silvia Ortiz que con suave movimiento se esparcen en el firmamento y cae un paradigma como cisma de la física en quebranto, y se levanta un constructo rebelde con cantos de voces que lloran, ríen, sufren, protestan, mueren y muerden la miseria humana; son los versos del fervor humano y de la atrevida visión social. Silvia logra capturar el color del dolor de la escisión de la mente humana en que se derraman matices del delirio, del semblante sombrío, de la mirada esquiva, de los caminos torcidos. 
        Sorprendente la aventura poética de rodar un poemario, donde la sensibilidad y todos los sentidos se hincan ante la agudeza de los nervios desnudos de la escritora Silvia Ortiz, donde se describe la historia de los enigmas dolientes del alma y de la psiquis, como ordena las líneas y los hitos que al iniciar la lectura de esta singular obra titulada Rehén de voces convertida a partir de hoy en una clase maestra de un trastorno mental, llámese esquizofrenia u otro, donde expone con versos límpidos el abandono social y familiar, la ausencia del afecto y amor, la calidez del apretón de manos y del abrazo, de las frases que dicen estoy cerca y te quiero.  
        La poeta Silvia Ortiz tiene la virtud de coger con las manos la vaciedad del alma humana y lograr decantar lo que ellos dicen en voces altas, en gestos de apatía, en noches de insomnio que yacen tirados en sombras, en voces que te hablan muy quedo al oído, llegando a inflamar versos que sueñan y rompen silencios de labios sellados que torturan incendios de voces que nacen y nacen. 
Un trabajo extraordinario sucumbir, caer moribundo, ingresar al fondo del desorden mental, despojado de todo e iniciar una relación tan real que los conceptos mudan al escuchar los murmullos tan claros, las voces que ordenan a sentir y escuchar los paladares hambrientos de mil necesidades inimaginables. Un acierto descabellado el de Silvia Ortiz al entregarnos un poemario donde las luces se apagan y cae el telón para espectar en versos la historia real de un desorden mental.
        Leer esta obra es una invitación a un viaje del cual quizás no quieran retornar, yo aún no retorno, pues cada pedacito del poemario de Silvia Ortiz que engullí me tiene atrapado, porque  develó en mi conciencia la crudeza y las asperezas de las encrucijadas de los pacientes y sus verdades y el gran desatino de nuestras sociedades y sus conductores que padecen de una atrofia generacional para escuchar y observar el gran tema de la salud mental. No deja de llenarme de asombro como guía mi sensibilidad cada verso y postular nuevos conceptos para acercarme con más seguridad a una charla y encontrar el punto de equilibrio anhelado. Me han dado claros criterios la valiosa obra de esta escritora, cuyos versos emergen de saber mirar y escuchar. 
        Este poemario es un buen instrumento que impulso desde ya para que se convierta en una obra de lectura de todos los actores que participan en la atención de quienes padecen problemas de salud mental y para todos los interesados. En la actualidad la medicina está caminando senderos deshumanizados y necesitamos desde diferentes áreas del saber humano aportes que nos acerquen y recuperemos los procesos de humanización. Considero que este poemario recoge una vasta expresión del sufrimiento de quienes transitan y viven sumergidos en las frías celdas del anonimato y el olvido, de fácil entendimiento, constituyéndose en un poemario terapéutico liberador.
        Esta obra marca un hito dentro de la poesía que compromete a Silvia Ortiz a proseguir el trabajo iniciado en la salud mental, conservando sus postulados críticos y los versos que tiñen a los seres insensibles y a la sociedad y su mercantilismo para ser fácilmente identificables.
        Los críticos sabemos que el modelo neoliberal lo que toca lo convierte en un negocio y no escapa a esto la salud y la educación. Entendemos que salud es por principio un derecho universal con el cual nacen todos los hombres, es inalienable e irrenunciable y el estado debe preservar ese derecho universal, pero la realidad es terrible al ver morir seres humanos de inanición y tanta crueldad no cabe al ver a otro con un desorden mental, totalmente olvidado y que caminan como zombis por las calles de las urbes y en los pueblos olvidados alejados viven como topos perdidos por los montes y cerros, encerrados dentro de ellos mismos.
        Al revisar documentos de la especialidad de psiquiatría no hay hallazgo de construcciones poéticas que disequen la mente humana y sus vicisitudes como lo logra Silvia Ortiz con sus versos, alcanzando dimensiones poco conocidas del que se desprende ideas y conceptos que encontrarán con naturalidad donde anidarse y empezará una reproducción exponencial y una generalización de esta agudeza cognitiva plasmada en versos, pues se sumará al quehacer cotidiano y sensibilizará los latidos del alma y su visión, en una plática donde el encuentro terapéutico sea lineal de dos seres desnudos de prejuicios, doliente y terapeuta. Los instrumentos terapéuticos nacen de políticas de salud pública sinceras, conjuntamente con los gestores que desarrollan su experiencia en el campo, tomando el material más humano, y allí justamente engarzan las notas musicales del poemario Rehén de voces.
        Amigo lector se trata simplemente de humanizar el trato con los dolientes del alma y una reestructuración del pensamiento de la sociedad, que es una tarea de todos, de la humanidad entera, porque las grandes contribuciones como la de la escritora y poeta Silvia Ortiz marcan nuevos paradigmas de conceptualización de la mente humana.

 Psiquiatra (Lima, Perú)

EPÍLOGO

Escribe Antonio Rivas Carreño

        El problema con la poesía es que su intención es la de no ser clara, pues como ya tengo dicho, usa un orden en las palabras distinto al de la vida cotidiana, pues intenta describir imágenes que no existen pero que despierten en el lector reacciones muy reales, o puede incluso en ocasiones no tener otro objetivo que el de experimentar con sus propios sonidos, sin que sus palabras tengan un sentido lógico. El lector tiene que interpretar a su capricho lo que el autor quiere transmitirte o le deja en una ligera nebulosa a veces para que aquél adapte el  mensaje a sus propias inquietudes o anhelos, pues el contenido o mensaje en poesía, sobre todo cuando se escribe en verso libre, resulta a veces indescifrable. Y el motivo es debido a que están “escondidos” en las metáforas, una de las más bellas figuras literarias en lengua española. ¿Y qué es una metáfora? Bien, la metáfora es una figura de significado, una especie de comparación que puede ser de dos clases: pura e impura. La metáfora pura resulta del empleo de una palabra o frase con significado ajeno al suyo propio en base a una relación de semejanza, ejemplos: (Y paso largas horas oyendo gemir al huracán/… Entra en el torrente que te reclama/… Recojo con las pestañas sal del ojo y sal del alma). En cuanto a este último ejemplo la comparación es bien clara: sal del ojo es igual a “lágrimas” y sal del alma equivale a “angustia”, por tanto ya sabemos dónde podemos esconder poéticamente las lágrimas y la angustia. Así de simple. En cuanto a la metáfora impura, ésta se produce cuando la comparación aparece con elementos gramaticales ausentes. Un ejemplo: “Las palabras, guantes grises, polvo mental sobre la yerba…” (Falta “son como”)

        Bien, en este poemario de Silvia Ortiz se nos introduce, de alguna forma, en la esquizofrenia y en el trastorno bipolar. La esquizofrenia es un trastorno mental que precisa, para ser diagnosticado, de la presencia de dos o más de los siguientes síntomas: ideas delirantes: pensamientos que no corresponden con la realidad. Alucinaciones: percepción de sonidos, visiones o sensaciones olfativas o táctiles que nadie más percibe. Lenguaje desorganizado o incoherente. Comportamiento gravemente desorganizado. Síntomas negativos: introversión, empobrecimiento afectivo, apatía y déficits cognitivos (problemas de atención, memoria, concentración o capacidad de planificación). En cuanto al trastorno bipolar, antiguamente conocido como psicosis maníaco depresiva, es un trastorno caracterizado por la alternancia de fases de euforia con fases depresivas. Es importante no confundirlo con las variaciones del estado de ánimo reactivas a factores del entorno, que ocurren en breves períodos de horas o días y que son debidas a determinados rasgos de personalidad. En el trastorno bipolar, las fases de euforia o depresión, si no se tratan, pueden durar semanas o meses y no guardan necesariamente relación con problemas del entorno. Actualmente el trastorno bipolar se considera como un espectro de diversos trastornos, categorizados en cuatro tipos distintos: trastorno bipolar I, trastorno bipolar II, ciclotimia y trastorno bipolar no especificado, que reflejan distintas formas de presentarse la alteración cíclica del ánimo.

        Con un lenguaje pleno de expresión poética, Silvia Ortiz nos viene a demostrar en su obra que el mundo de la esquizofrenia en manicomios u hospitales psiquiátricos no es otra cosa que un pálido reflejo, que una humilde sombra de la cotidiana, áspera, entrañable y dolorosa realidad, donde nos introduce en un mundo tétrico, frío y oscuro, que es el hábitat del paciente mental con el ánimo de acentuar el contraste de la frágil humanidad de los enfermos con la enorme carga de injusticia que suponen las condiciones ambientales que sufren, y que ella describe con evidente maestría, las cuales penden constantemente sobre la cabeza de los pacientes, como una espada de Damocles, por cuanto de marginación sociológica suponen las condiciones infrahumanas que se ven obligados a soportar.

        Con ello, Silvia Ortiz no hace más que mostrar al lector su actitud de irritada protesta, ante un mundo negro y cruel, sin duda motivado por el inconformismo de la propia autora ante las constantes actitudes de injusticia con que la sociedad martiriza a los marginados en los hospitales psiquiátricos.

España, 2018






AL DI LA, reciente novela de GLADYS CAMERE







GLADYS CAMERE 

AL DI LA es la historia de la vida de cuatro generaciones de descendientes de ligures que abarca un periodo comprendido entre 1905 y el 2015. 
    La etimología de esta palabra, que puede entenderse como “más allá”, similar a “lejanía” en español, o aldilá –todo junto– que significa “la otra orilla, el otro mundo, inclusive el infierno”, se sintoniza exactamente con el drama de los inmigrantes italianos en tierras peruanas que buscaron desde la proa de un navío el horizonte prometido para construir una nueva vida y realizar sus sueños. 
    Gladys Camere nos entrega un híbrido ficcional, utilizando hábilmente un epistolario familiar, pero que se enriquece con la fabulación de otras historias de personajes, preferentemente femeninos. 
    En AL DI LA se percibe un tono verbal que consigue la catarsis y la empatía con el lector. En esta obra la tragedia y los pecados, las alegrías y las pasiones, eso que nos rodea toda la vida hasta la muerte, se cuentan sin artilugios porque los secretos tienen también una costumbre perversa de quitarse el polvo del tiempo.  



Se inicia tardíamente como escritora, debido a su excesiva dureza para juzgar su creación literaria, pero esta relativa pausa termina cuando publica su cuento “Penélope” en el volumen Memorias clandestinas que reúne a ganadoras y finalistas del primer Concurso de Narrativa para Mujeres del Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán en 1992. Luego vendrían varias publicaciones en revistas de la época como La Tortuga Ecuestre, Kachkaniraqmi, Hipocampo de OroMusa.
    Su primera publicación: En primera persona, es un libro que reúne nueve cuentos escritos entre 1986 y 1994, cuyos personajes femeninos viven atrapados por el amor y la locura, o tratan de encontrar una salida a su conflicto. 
    Tentar al diablo, su segunda entrega, también reúne nueve cuentos (número que la autora considera perfecto), datan de los años 1989 y 1999. 
    Actualmente está escribiendo La curruca, una novela en la que cuenta la historia de una migrante italiana que vivió desde 1930 hasta 1920. También administra la página “Las warmis”, dedicada a transmitir información sobre las mujeres en las redes sociales.

AL DI LA (Fragmento)

Génova 2015

Onda su onda chi non sale  sfonda grafitti en via Balbi Genova


La sirena sonó larga y me puso la piel de gallina, a pesar de que sólo anunciaba la entrada al puerto de un crucero enorme, con cientos de turistas que recorren la ciudad con cámaras fotográficas colgadas del cuello, idénticos unos a otros. 
    Repasé con la mano los vellos erizados de mis brazos, y miré alrededor mientras tomaba un café en la terraza de un restaurante de una callecita estrecha y mágica del centro de Génova, más conocida como “Citta vecchia”.
    ¿Así habrá sonado la sirena del navío en el cual hace cien años zarpó para “lamerica” Giacomo Parodi, mi tío bisabuelo, y el primero de la familia en llegar al Perú? Para él, la espera en el Palazzo de San Giorgio –donde funcionaba la Aduana– debe de haber sido interminable. Seguro nervioso por los últimos trámites, pues allí se sellaba el contrato de trabajo una vez más, revisaban su recién expedido documento de identidad, verificaron nombres, apellidos y una foto a los 16 años. Un hermoso joven más de un metro ochenta, delgado, de pelo castaño ondulado y de intensos ojos azules. 
    Estampó ante la mirada indiferente del funcionario, un aspa como firma en conformidad con el trámite efectuado. 
    ¿Cómo habrá sido el día de la partida? ¿Habrá entrado a esta hermosa ciudad por la puerta Sovrana, luego de recorrer Chiavari, Rapallo, Santa Margherita, Recco, Nervi, en fin, todos los pueblos que conforman la Riviera del Levante? 
    Llevaría seguro una maleta de cartón prensado, muy sujeta con una correa de cuero, y estaría sudoso bajo su traje negro y la camisa blanca y el “berretin” o boina clavada hasta los ojos. Mientras que, en las laderas boscosas con olor de pinos y castaños de Lavagna, quedaban Luigia su madre, su hermana Irene y Lalla Mafalda mirando al horizonte para distinguir la nave en la que se iría Giacomo. 
    ¿Conocería esta soberbia ciudad, sus calles, callejuelas y callejones? Su centro histórico el más completo de Europa. ¿Conocería i carrugi? ¿Habrá aspirado con profundidad el olor de este mar que ha dejado su huella en cada muro, puerta, ventana y que ha desgastado por igual los muelles “el Vecchio molo” palacios, y casuchas miserables? ¿Habrá caminado desde Sottoripa, hasta llegar lo más cerca posible a “La Lanterna”, faro que ilumina con fidelidad el mar por muchos kilómetros? 
    Ya los detalles no los sabré jamás, sólo permanece lo que él mismo contó en sus pocas cartas, guardadas hasta hoy como un tesoro. 

A PROPÓSITO DE LA MONTAÑA: LA REGIÓN MÁS TRANSPARENTE EN LOS CUENTOS DE NINO RAMOS

La Montaña de Nino Ramos Panduro, Hipocampo Editores 2022.  Escribe: Mario Suárez Simich La educación tradicional ha acuñado en el imagina...