domingo, 7 de junio de 2015

FACCIÓN DE IMPERDIDO AL ARTE. Salomón Valderrama

"Como en el ejemplo de los tres tonos del músico del Oro del Rhin, en el caso de Salomón Valderrama se notan tres ondas: la corta, la media y la larga. Una onda corta –por su concentración– usa a veces en un solo verso de más de una imagen, combinada con audacias gramaticales y hasta algún neologismo. Una onda larga entra en suerte de contemplación prolongada, aunque siempre con estupor, a través de un lenguaje más directo y de numerosos versos. Y una onda media se aproxima más bien a la llamada metáfora-frase, cuando en aproximadamente cuatro versos se desarrolla una iluminación. Su registro no es el de un rondín sino el de un piano." (José Pancorvo)

"Un mundo de violencia verbal atraviesa el libro de principio a fin… El poeta sufre y ese sufrimiento lo hace escribir los poemas que ha escrito y que nos conmueve, precisamente, porque luchar por la justicia forma parte de una moral o de un estilo de vida que permite transformar las cosas a imagen de lo deseado." (Enrique Verástegui)

/muestra poética/ 
Las flores negras 
 Rosa de rosa, idéntica y sensible; 
a tu ejemplo, profano y mudadero, 
el poeta hace la rosa que es terrible.

Martín Adán 

La flor amarga que es figura esbelta
Está pariendo a su hijo el esperpento
Aquel que erigirá en el propio llanto
La flor que será la materia muerta

En el viaje infinito que es la vida
De ave negra hacia su agujero blanco
Que está suspendido al viajero manco
El creador de flores y de vida

Protector de los valles siderales
El juez de las estaciones. Naciente
Invierno que eres padre de las flores

Las muertas en el pecho crepitante
Del juntador de naves y de piedras
Aquel que será madre de las hidras


Arte poética 
Me miran los ojos el cielo 
Despertar sin vértebras sin estructura 
La piel está en su eternidad 
Se suaviza hasta perderse en la memoria 
Existía no existía

Emilio Adolfo Westphalen

La palabra juega
Para sí misma
Como juegan
En sus juegos
Las bestias sin palabras

En la ruta del pájaro
Que siempre es él
Como pájaro ajeno a la palabra

Entonces la palabra
Se revuelca de memoria
Como se revuelcan los que acaban
Olvidando las palabras

En la copla del viejo cantor
El eternamente joven
–Que ya parece despistado–

En la imprecación
Se transforma
Un llamado sencillo
Que no perdona el olvido
Que no ahoga las lágrimas
En una despedida sorda y ciega
Ya para entonces Muda
Como la misma palabra
La que se aleja
De la bestia
De su juego
Del miedo de ser
Olvidada

Ella misma se inventa en la guerra
Ella misma es el invento que juega

Tan vieja
Como la misma palabra –palabra–
Como la misma guerra –guerra–
Como el mismo hombre –hombre–
Como la misma bestia –bestia–

Y los niños también juegan
–Los niños juegan a la guerra–
Con sus juguetes
Petálicos, fálicos...
De hombres
Hacen la guerra
Donde juegan
Con sus juguetes
Metálicos, matálicos...

Y donde la guerra fue juego
Ahora ya es el juguete
Del niño viejo
Aquel que quiere inventar la última palabra
Fin

La queja del hombre que esconde
Hay quien ama la rosa que es así
y no se ve o la rosa que se huele y se toca.

Wáshington Delgado


Por ser el hombre bueno
Ahora me quieren matar
Y cuando he sido el malo el hombre
Nunca he sabido realmente quién soy

Todo esto por vivir entre los hombres

Los que siendo malos se sienten buenos
Los que siendo buenos
Ahora ya quieren ser como los malos

Y es por eso –que ahora mismo me moriré–
Antes de que lleguen y me maten
¡Yo me mataré!

O mejor aún me moriré matando

A este hombre que siendo bueno
Se ha vuelto malo
Que siendo malo
Quiere ser el hombre cuto
El que vive sin saber
¿Porqué acaba siempre olvidado?

Para su antebrazo y para su mediapierna
Para su trilceoreja y para su ojoseco

Que ahora ya camina como solo
Por la playa de sus vísceras y por
El mar de la roca sedimentada
Entre desechos de carnes y danzas híbridas
Como este poema que aparece
En una figuración equivocada

La queja del hombre que esconde
En alguna parte
El mito de la extraña y ajena bondad
Salomón Valderrama 
(Chilia, 1979)

Es autor de Amórfor (2007, 2008). Ha publicado en Atril (Salamanca), Galerna (New Jersey), Aquilón (Mexicali, Baja California), Paralelo Sur (Barcelona), Arquitrave (Bogotá), Wayra (Uppsala, Suecia), Ciberayllu (Columbia), Letralia (Cagua, Venezuela), Periódico de poesía (UNAM), Telúrica y magnética (UNMSM) y LetrasS5 (Santiago de Chile). Antologado en Poesía Perú Siglo XXI (Fundación Centro Cultural Yacana, Lima, 2007), Nueva Poesía Hispanoamericana (Lord Byron ediciones, Madrid, 2008), 2+ No Antología No Contemporánea de los Poetas Amigos (EstaNoEsUnaPutaEditorial, Lima, 2008) y 6 voces de la última poesía peruana (revista mexicana La Nave, 2009).

ADDENDA / El movimiento pendular entre la tradición  y el desacato ante lo real 
Chrystian Zegarra 

Es sabido que cada escritor al momento de iniciar –o reincidir en– el proceso creativo se enfrenta ante un vasto universo de obras literarias que lo anteceden, que proponen un laberinto de posibilidades truncas, recorridas por voces que se incrustan en la conciencia individual del artista, como palabras que pugnan por transformarse en un camino que busca liberarse del polvo del pasado. Las opciones que se proponen ante los poetas en el acto de escritura son múltiples, y podemos categorizar a estos por las soluciones que optan frente al fenómeno poético. De esta manera, existen creadores que se limitan a seguir, a repetir superficialmente una tradición anterior con el objeto de apelar a una mal pretendida erudición. Por otro lado, hay poetas que observan críticamente el material que les ha sido transmitido para entablar un diálogo, un ardoroso conato de lucha con las diversas voces –en muchos casos muertas pero en estado de latencia– preexistentes. Todo acto poético válido debe asumirse como un reto por establecer una voz propia que, además de insertarse en una tradición viva, la reelabore y, con esto, la encamine hacia formas expresivas inéditas. Salomón Valderrama, en este nuevo libro Facción de imperdido al arte, pertenece a este segundo grupo, ávido por reconstruir y revitalizar el legado lírico que atrapa entre sus manos. Los poemas de esta colección se encuentran en constante trance por delimitar campos asociativos –de ahí la recurrencia a los epígrafes que encabezan cada texto–, con el propósito de reformarlos y otorgarles una existencia diferente que actúe como espejo aglutinante entre la voz anterior y la presente. Ninguna cita es vana, antes bien ayuda a edificar un tramado coral, polifónico que repasa y reorganiza la tradición poética, no sólo peruana sino universal.
El trasfondo de esta empresa revisionista es una voz iniciática, que se sumerge en un ejercicio de transmutación de alquimia verbal: “La flor amarga que es figura esbelta / Está pariendo a su hijo el esperpento / Aquel que erigirá en el propio llanto / La flor que será la materia muerta”. En esta dirección, el arte poética de Valderrama consigna el papel multifacético de la palabra escrita: objeto lúdico, autotélico, destructivo y pacifista. Es en esta complejidad donde radica la intensidad de la prédica poética, en el hecho de constatar el carácter cambiante, nunca unívoco de los vocablos: “Ella misma se inventa en la guerra / Ella misma es el invento que juega”. La voz se convierte en arma recubierta de palabras con la cual se resiste la violencia y devastación que sacude la vida cotidiana, como reza el verso inicial de uno de los poemas más logrados del conjunto: “Quisiera ser inocente en un planeta inocente”. Y es que al caos existencial se suma el conflicto inherente que toma lugar en el centro espinoso del lenguaje. El poeta se aferra al estallido de su voz como a un instrumento de resistencia ante una realidad que lo somete a la constatación del vacío: “Estallaban en 20530 pedazos las chozas coches bancos / Cosas de juguetes tristes de los niños recaudando / Los estómagos de sus parientes y vecinos tan distantes / Hechos pedazos y la calle era el Perú”. Sin embargo, lo que prevalece a este clima de desorden, producto de una larga saga de irracionalidad que sacude el país –y Latinoamérica en general, por lo cual el libro asume un punto de vista que toma conciencia ante las tragedias nacionales–; lo que se erige, precisamente, como perspectiva redentora es el carácter armónico de la poesía, su efecto catalizador de sentido en medio de la aporía: “A cómo de lugar la palabra es sin duda pacífica”.
Uno de los mayores méritos del poemario de Valderrama radica en poner sobre el tapete el mecanismo que liga al lenguaje con su instancia primaria vinculada al aprendizaje del infante. La manera como esta facultad humana, antes de encallar en el ámbito pragmático, nace y se modela como tal en concordancia con el mundo de la poesía. El poeta es como el niño lacaniano que descubre su integridad en el espejo devastador del lenguaje, que le devuelve una imagen coherente de sí mismo pero desvinculada del todo, de la conexión primordial con el universo. El ingreso al mundo simbólico supone una continua estancia en el recinto de lo fragmentario y arbitrario. La experiencia lírica no conduce a otro lugar que a aquella tierra baldía de imágenes inconclusas que llamamos poemas. A aquellos objetos reducidos a no ser otra cosa que el reflejo de su precariedad. El poeta es el niño que ahora porta una máscara adulta que es el retrato de su ser anterior –difuso pero completo– que aguarda agazapado, bajo un pliegue de la memoria, el momento preciso para perpetrar el ataque en el campo minado de lo real: “Su lengua pura su sagrada historia y no se da cuenta / Y no entiende que ahora su lengua materna lo domina / Que ya no es bilingüe sino convencido o adaptado monolingüe”. La escenografía de espejismos que articula Facción de imperdido al arte enfatiza la batalla contra las sombras de una mecánica impuesta por códigos inútiles, por ineficaces programas que sólo recortan los innumerables puntos de mira ante una realidad asfixiante y caduca. El libro invita al lector a ser partícipe de un esquema liberador de potencias interiores para derrocar la falsa validez de lo visible, para celebrar nuevamente la contradanza frente al fuego y los elementos, para por fin “revivir el inconsciente una y otra vez atropellado”.

NOTICIA SOBRE LA ADDENDA
Este texto de Chrystian Zegarra fue escrito para Facción de imperdido al arte en el 2004, año en el que Salomón Valderrama culminó este libro que una década después se imprime bajo nuestro sello en Gráfica Rojas, Lima-Perú.

A PROPÓSITO DE LA MONTAÑA: LA REGIÓN MÁS TRANSPARENTE EN LOS CUENTOS DE NINO RAMOS

La Montaña de Nino Ramos Panduro, Hipocampo Editores 2022.  Escribe: Mario Suárez Simich La educación tradicional ha acuñado en el imagina...