sábado, 29 de noviembre de 2014

Nueva publicación: Helio-tropos, poesía de Rodolfo Sánchez Garrafa

ISBN 978-612-4082-29-0

La virtud de este libro es ponerle sabiduría a las palabras para entender con nitidez el devenir del hombre, aquí la poesía recorre los recovecos más diversos de la humanidad, respira la música del tiempo absoluto, exalta la luz solar en la cuenca de los ojos de nuestra contemporaneidad, aún en las más diversas peripecias humanas donde ausculta lo infinito: esa sombra del quid divinum, que viene desde la tradición clásica, brilla; el poeta Rodolfo Sánchez Garrafa sabe hacer brillar lo opaco de las cosas, ponerle transparencia a lo oscuro, explicar la aurora a la finalidad de la vida. El portus del siglo de las luces no se ha cerrado todavía.
Armando Arteaga

RODOLFO SÁNCHEZ GARRAFA  (Vilcabamba-Apurímac 1945)

Antropólogo por la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cuzco, Magíster en Antropología por la Pontificia Universidad Católica del Perú, Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Fue alumno de los colegios La Salle y Ciencias del Cuzco. En 1961 recibió primer premio y diploma del Club de Leones por haber ganado el Concurso Literario Interescolar en Homenaje al Día de la Madre. A los 25 años de edad publicó su primer libro Amaru: mito y realidad del hombre (P. L. Villanueva, Lima 1970), desde entonces su producción bibliográfica antropológica y poética ha sido constante. Fue becario del Gobierno Español en el INCIE de Madrid y Visitante del British Council en Londres. Formó parte de la representación peruana en la Conferencia Mundial «Educación para Todos» de Jomtien-Tailandia. Ha sido distinguido como «Amauta del Perú Eterno» por la Asociación «Capulí, Vallejo y su Tierra». Como investigador social, enfoca su interés en temas de pensamiento andino, etnolingüística e interculturalidad. Ha hecho docencia en la Unidad de Postgrado de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Su fascinación actual es la antropología simbólica y llena sus horas con lecturas sobre poesía antigua y contemporánea, especialmente lo producido por aves raras de la poesía peruana. Como animador cultural dirige Markapacha.blogspot y Markapacha.com, en la idea de promover formas que hagan posible construir un mundo solidario y sin exclusiones. 

LA LUZ EN MOVIMIENTO

Víctor Vimos

I
También es una sustancia, la poesía. Gobernada por una ley exenta al entendimiento, fluye sin prisa, dejando una serie de pistas que dan fe de su paso. El poema es apenas una de ellas. Un objeto tallado por el inagotable murmullo de los astros. 
II
El poeta es un escultor del misterioso mineral del lenguaje. Va del signo a la cosa significada queriendo profundizar en el mundo, como sugiriera André Malraux. Pero no lo logra. Por eso debe conformarse con la resonancia que sobre la nada –esa nada sagrada– produce su fracaso. Todo intento por condensar la realidad en palabras es una sumatoria de esfuerzos desvanecidos. 
III
Entonces:
¿Para qué sirve un poeta?
IV
Se trata –gran tristeza– de responder con palabras. A menos que adquiera una nueva visión de la vida, a menos que esté dispuesto a sacrificar su vida para imponer la verdad y esplendor de su visión, dice Miller, el poeta no sirve para nada. Por eso su oficio, lejos de envanecer las grafías y las hojas en que estas encontrarán la vejez, yace más cercano al silencio, a la familiaridad con que la vida erosiona toda lengua hasta convertirla apenas en un cántaro que recuerda el aroma de la sed. El poeta pronuncia con total entusiasmo un canto que sabe adquirido como pago del dolor. Por ello, su mayor logro consiste en preñar la memoria todos los días con las huellas de su experiencia. Así, la vida se hará raíz de la metáfora; el corazón la tinta con que mañana edificará nuevamente los rostros, nuevamente los nombres,
los colores nuevamente, solo para recordarnos que aquello que amamos ya no está más, pues también para los poetas el tiempo es una traición. 
V
Pero de nada sirve esa experiencia sino es visitada por la sustancia poética. Si no sirve, como creía Lucrecio, para verter el claro de los cantos en el más oscuro de los temas. Solo de ese modo, la poesía condiciona su unidad con el poema. Todo lo demás es polvo y estruendo.
VI
Este poemario tiene a su favor la luz y el movimiento, dos sustancias que encierran poesía. Su autor, el poeta Rodolfo Sánchez Garrafa, se ha esmerado porque esas cualidades dejen sospechar apenas el rumor de sus presencias en cada uno de los versos de este libro. No es extraña esa decisión. Desde hace algún tiempo, la búsqueda de este poeta parece concentrarse en el misterio de lo que se dice y también de lo que se calla, como si su recuerdo, materia espiritual y verbal de sus versos, huyera por momentos solo para dejar sentado sobre el lenguaje el invariable sentido del viaje. Un desplazamiento que se vuelve incesante sobre la forma y que, con cada nueva entrega, adquiere eso que en edad humana puede llamarse madurez. Pero en edad poética la madurez es sospechosa. Puede decir, por ejemplo, que uno ha encontrado una veta y que no cesa hasta desgastarla, repitiendo en cada verso una suerte de molde aprendido. Este, por suerte, no es el caso. Estamos ante un poeta que sabe que el riesgo es la mejor forma de no envejecer. 
VII
Divido en cuatro estaciones, este libro encierra un ciclo concretamente definido. Empieza por el final, es decir, evoca la muerte como punto de partida.
En Parasoles, la primera estación, dice: “Al irse el día pieza por pieza/ se arman las sombras”. Usa el sentido primordial que tiene que ver con el reemplazo que esa ausencia amerita. Dice “el día es de los hijos/ la noche… de los abuelos”. Y su orientación lleva a la voz del poeta a utilizar metáforas literarias que en el fondo esconden el vientre. Dice “cavernas”, dice ”semillas”, dice “Yo Adán soy Adán”, y espera con ello remarcar la idea de que desde aquí parte, liberado por completo de cualquier peso o vanidad, pero extraviado por el innegable dominio de la luz. No es gratuita la referencia al vientre: para iniciar un viaje es necesario el desprendimiento de lo vital.
Crisoles, la segunda estación, apunta a una voz que acelera su mansedumbre hasta confundirse con la furia. Tal vez, como indicaba Reverdy, la imagen, en este caso, sí es hija directa del espíritu del poeta. Dice “Muerte preludio de vida”, como si en esa inversión del sentido simbólico encontrase la mejor manera de extender su temor al olvido. Pero también en este verso se pudiera condensar parte importante la intención del poeta en este poemario: se trata de hablar del cambio pues se supone inconforme con lo real. Ese cambio, lo demuestra, tiene que ser en todo nivel. En este caso, va desde el lenguaje hasta el significado que atañe a la vida.
Considero, a riesgo de equivocarme, que estos dos cuerpos permiten una mirada autoreferencial al poeta Sánchez Garrafa. No solamente porque en ellos los versos se muestran métricamente más extensos que en el resto del cuerpo, lo que habla de una necesidad por contarse, sino también porque la experiencia, por momentos, huye de la sustancia poética y da vueltas alrededor de sentencias o reflexiones que suponen una forma de integración con lo real. Esto sin embargo no es un pecado. Es una elección que en este poemario se ve justificada en la tercera y cuarta estaciones, pues en ellas parece que el poeta hablara para el futuro. 
En Tornasoles, la penúltima estación, dice “El amor que se extraña suele /dejar una huella/ de silencio”, y compone un viaje a través de la pasión, de su pasión, capaz de acumular esperanza e ilusión. Probablemente aquí el amor no es visto como una realidad, sino como un fruto esperado y ajeno, y por eso su presencia se vuelve deslumbrante. 
En la estación final, Girasoles, el poeta Sánchez Garrafa, se encarga de cerrar el ciclo, ofreciendo su propia incertidumbre como una nueva vida, acaso inventando una forma propia de empezar a caminar. Dice “Aquí empieza seguramente el infinito/ y es curioso que me venga a la memoria/ el número de los traga fuegos circenses”. Ese sentido de vacío anunciado al inicio, se llena ahora por la promesa de lo inacabable, de lo inabarcable, como si por medio de esa desmesura que es la inmortalidad se pudiera aspirar a rozar apenas de nuevo la infancia.
VIII
Nada hay que pueda oponerse a la fuerza del canto. El poeta Sánchez Garrafa ha entendido bien este principio poético y sabe que el verso no sirve para expresar idea o comunicar sentimiento, sino que su mayor logro es testimoniar el paso de la creación por entre las huellas del lenguaje. Y lo demuestra manejando una serie de símbolos que, como en trabajos anteriores, dejan sentada una atmósfera andina en sus poemas, en la que el frío, la montaña y los astros parecen elevar al unísono un solo himno emparentado con la libertad. Además, el poco uso de puntuación parece tener un empate con la visión que el poeta nos comparte: no se trata de trabajar un poemario para ordenar un mundo en ruinas, sino de hacerlo para testimoniar ese caos de la única forma que un poeta puede lograrlo, siendo honesto y transparente. 
Wallace Fowlie decía que el poeta no existe solamente en lo que escribe, sino también en la pausa, en el espacio en blanco que queda en la página. Este poemario apuesta porque, en gran medida, sea esa pausa la que hable, una decantación sonora del verso que solo cuando es pronunciado –como cuando un pecado es cometido– permite el gozo total de su significado.   
IX
Enfrentado a la decisión poética Rodolfo Sánchez Garrafa parece intuir la claridad de la revelación que el verso alcanza, haciendo que quien escribe no deba –no pueda– volver los ojos a la realidad cotidiana para contentarse con su verdad. Por eso la invención que permite el lenguaje termina por convertir a su trabajo en una muestra especialmente lograda de lo que la experiencia vital puede causar en su encuentro con la sustancia poética. Desde ese punto la presencia del poeta si alcanza la certidumbre de la utilidad: se es poeta, como decía Vallejo, hasta el punto de dejar de serlo.
X
También la poesía es una sustancia. Y también, tras esa sustancia los signos arman procesiones, anhelando encontrar el resplandor de su forma en el inagotable murmullo de los astros.    

Lima/ Año de Manuela
¿Qués es poesía heliotrópica?

Rodolfo Sánchez Garrafa

Como estudioso de los símbolos, me siento atraído por la aplicación simbólica del «heliotropismo» en la poesía y, en particular, por su virtualidad arquitectónica, propicia para construir formas en parte misteriosas y en parte mágicas que se estructuran y luego fluyen en el uso de la palabra.
Sabemos que heliotropo es un vocablo compuesto que proviene del griego helios, sol, y de trepein, girar o cambiar de dirección. Los heliotropos son hierbas anuales o perennes, inflorescencias, caracterizadas por desarrollar un movimiento mediante el cual sus hojas y flores se ponen siempre de cara al sol, girando de este a oeste durante el día, y realizando movimientos de reversión para inclinarse hacia el oriente al amanecer, conducta que exhibe, por ejemplo, el girasol, planta cuyas células motoras del lado sombrío se estiran, haciendo que un segmento especializado de su tallo se flexione debajo de la flor en dirección al sol, para luego invertir su orientación en la oscuridad nocturna. 
En mineralogía el sustantivo heliotropo se aplica a una variedad de calcedonia que en su forma típica es de color verde con inclusiones rojas de óxido de hierro o jaspe rojo y, a veces, con inclusiones amarillas. La designación de este mineral deriva de antiguas nociones que hacen referencia a la forma en que este cuarzo refleja la luz. 
Para explicar algo más el título de este libro, conviene agregar que en literatura y, consiguientemente, en poesía, un tropo es un recurso retórico de expresión, que implica la sustitución de un término por otro cuyo sentido es figurado. Las voces trópos y tropus (del griego y el latín respectivamente), de donde proviene tropo, significaban «dirección». Un tropo hace que un término o vocablo cambie de dirección, y se desvíe de su sentido original para adoptar otro sentido diferente. Aquí los poemas, en su conjunto, son tropos o variaciones sobre la alternancia de luces y sombras en el curso de nuestras vidas, una alternancia caleidoscópica, por la que las mismas piezas se configuran de formas familiares y, a la vez, inusitadas.
Consecuente con los sentidos antes dichos, el propósito que le asigno a los manojos de poemas que conforman este libro es responder a la luz, asimilarla, dejarse llevar por ella o simplemente reflejarla, ora como plantas en movimiento perceptible desde la cámara lenta del escrito, ora como calcedonias que aportan sus gotas de sangre a la paleta de natura y quizá, aunque en menor medida, a las cuitas de Salamanca.
Apelo a la fuerza del lenguaje simbólico para enrolar, en lo posible, al eventual o comprometido lector, escucha o vidente. Aspiro –humano anhelo– que la experiencia plasmada en el escrito sea no solo compartida sino co-interpretada por otro u otra, mediante la concurrencia de imaginarios tal vez disímiles y distantes, pero unidos por un cordón umbilical sublime, con ecos afectivos, como aquellos que en los Andes se dejan sentir de montaña a montaña.
Procuro que los versos dancen por igual en torno a la razón y la intuición, que canten sublimaciones y susurren, pero que llegado el caso se insinúen también, y quizá seduzcan, mediante señales y emanaciones hormonales. Ser visitado por Hermes el dios del lenguaje, el mediador de toda competencia simbólica, de la lectura y entendimiento profundos, juega a favor de la recepción y procesamiento de una multiplicidad de sentimientos y pulsiones interiores en la cadena horaria ordenada por luces y sombras. Los versos animados por un impulso heliotrópico tienen así su dosis hermética, en cuya base se halla, en lo posible, la hospitalidad generosa a la belleza, pero también a los desarreglos que juegan del lado opuesto a la musicalidad perfecta.
Desde mi limitado conocimiento, entiendo que la poesía puede considerarse heliotrópica en cuanto le sea posible exhibir el resultado de una metafórica transparencia sensible a la luz del día, así fuese solo a la que se proyecta en pálidas tardes o en la impronta que permanece en el curso de la noche. En el heliotropismo no siempre estará el alarde de cromatismo sino que, a veces, la languidez de los colores fríos aportará irradiaciones inmortales gracias a sus ecos estelares y su comunión con el mundo de los sueños. La morriña y la tristeza existencial, los versos elongados, se aferran asimismo, en su monocromatismo, a la fuente de luz y de vida. Es posible que los elongamientos de ausencia sean tropismos enfermizos de esta poesía que traduce mi esmero por proveer luz para eludir la extinción del ser.
Suelo pensar que todos los mundos son heliotrópicos y que se mueven en torno de sus respectivos soles, con la diferencia que a escala sideral operan fuerzas de atracción y re-pulsión que actúan sobre caravanas de seres celestes o azules que cumplen sus respectivos circuitos de ida y vuelta, de la luz hacia la obscuridad y de esta otra vez hacia la luz.

Soñar se me hace difícil

Cada vez se me hace más difícil
soñar en las noches.

Ya casi no te sueño al cerrar los ojos
Ya casi no te veo
siquiera diciendo adiós.

Me preocupa caer en sopor
y olvidar lo pensado.

Tras el colapso de la vigilia
hoy olvido desde lo inolvidable
hasta las cosas menudas.

Temo que un día caiga
sobre mí la noche total.

Temo que un día se borren
para siempre
tus huellas inconfundibles.

Hace tiempo ya que los sueños
huían de mí al cerrar el día.

Por eso me abracé
a tu memoria
aún antes de tu partida.

Ojos de capulí

Tus ojos de capulí
descuelgan estrellas rojas
en pleno día para mí

Me dicen palabras dulces
que suelo saborear en silencio
ahora que me hallo frente
al ancho mar

No escapo
a ti me dirijo
atrevido
travieso
y no me canso de ver tus lunares
en lo alto de las olas
que agitan el cielo estival.
Agitadas olas danzan para mí


Frente al mar de Chorrillos
a chorros saltan luces de colores
Mi corazón también salta
por miles de razones
por gusto
por gratitud
por nostalgia mi corazón
se lanza por entre la espuma de las olas
y al par se cuela por los cantos
de los verdes acantilados.
El mar con sus brillos argénteos
ilumina poco a poco la vista nocturna
Las almas están quedas y están calladas
en este puerto de pescadores
que mis ojos vieron crecer en treinta años
De cara al mar
todos los antojos posibles
se agolpan y de pronto estoy solo
en la extensa playa de agua dulce
Las agitadas olas danzan para mí
Yo las miro
ellas me miran
por un momento nos amamos.
Las olas van vuelven y a su paso
envuelven
en apasionado abrazo
De pie no puedo menos que besarlas
una y otra vez
a ellas que al irme
se quedan también solas.

El girasol en el florero

El girasol
a
tu
lado
no gira
late y late de prisa
Se
acurruca
como hacen
las semillas
como hacen
los paraguas
en días de lluvia
exuberante
luego bate
sus alas amarillas.


El girasol
se prende
de
tu
mano 
De las sillas
se sujeta
como hacen
los niños
que temen
quedarse
solos
No pasa nada
–Les dicen–.

Libros de poesía de Rodolfo Sánchez Garrafa

Por las calles del Sol. 1995 Por las calles del Sol. 2012
Iris de los sueños. 2012 Paralelo 70.  2013 Séptima columna. 2013 Al di là.  2014 
Helio-tropos. 2014







lunes, 22 de septiembre de 2014

VLTRAVANGVARDIA O LA NUEVA GENERACIÓN DE CANTORES METAFÍSICOS DE LA PALABRA

Raúl Solís / Henry Miranda / José María Zárate /Abraham Roca Inti / Llamil Vásquez / Percy Ramírez /Pablo Martín / Rubén Landeo / Miguel Reyes / Jaime Donatp / Tilsa Otta / Silenza Lies

VLTRAVANGVARDIA actúa como una plataforma que integra y ordena todos los “ismos” conocidos con una nueva sensibilidad contemporánea, generando así: procesos de escritura, procesos rítmicos y procesos visuales. (Oliverio Di Marzo)  


Ha llegado el momento de la Vltravangvardia (2000-2014)
Oliverio Di Marzo

La vanguardia (del siglo XX) es una categoría que ya ha perdido en la actualidad su significación. Ahora representa el pasado, pero un pasado interesante en la medida que nos es más cercano, nos habla al oído de manera más clara. ¿Pero, acaso, los clásicos también no hacen lo mismo? El debate o la querella de los “antiguos” y los “modernos” es un tópico cultural de la civilización occidental, que rebrota cada cierto tiempo cuando se da una discusión de carácter estético entre autores considerados clásicos y los que apuestan por ser actuales.
En ese panorama, la crítica académica considera generalmente a los autores antiguos casi como unos superhombres que habrían dejado dicha la última palabra de forma insuperable y a los escritores modernos como personas que han encontrado perspectivas innovadoras.
Esta idea se puede encontrar desde la antigüedad, pero toma carta de ciudadanía con la intervención de Charles Perrault en la Academia Francesa (poema El siglo de Luis el Grande, 1687), en el que se abrió un debate que también contó con la participación de Jonathan Swift, quien defendió la primacía de los “antiguos” por medio de la sátira La Batalla de los Libros Antiguos y Modernos (The battle of the Books, 1704).
Lo mismo sucede ahora al hablar de vanguardia, porque –a la luz de lo que estamos argumentando– es referirse a un concepto cuyo significado también es relativo. Afirmar lo contrario sería cometer un despropósito, sería declarar a cierta juventud como eterna, sería ignorar los días y las noches, sería negar el renovar constante de los seres, los hechos y las cosas.
En consecuencia, podemos llegar a la conclusión que con la vanguardia de comienzos del siglo XX y sus pretensiones de ser el “non plus ultra” del arte, ha sucedido lo mismo que con las luchas constantes habidas en todas las etapas de la historia de la Literatura: la famosa querella de los “antiguos” y los “modernos”, de los “clásicos” contra los “experimentales”. Y asimismo, después de estos conflictos el surgimiento de los “ismos”, los “pos” y los “neos”.
¿Y por qué se da el surgimiento de los “pos” y los “neos” después de cada conflicto entre “antiguos” y “modernos”? La respuesta a esta pregunta merecería todo un estudio aparte, pero vamos a ensayar una a propósito de esta antología vltravangvardista. Creemos que el surgimiento de los “pos” y los “neos” es consecuencia de la aprobación por parte de la Academia de los postulados de una vanguardia artística ante su arrolladora aceptación (primero que nada) de los receptores del producto artístico.
En este caso, vemos que los receptores (en el caso de la Literatura: los lectores) son los que dictan la pervivencia de una obra –solo una crítica perspicaz es la que coincide con ellos–. Y, ahora, términos como posmodernidad en sus diferentes acepciones y neoclasisismo, neobarroco o neo surrealismo, etc… son un ejemplo de esto.
Dicho esto, se propone a esta actual postura y exploración artística como “vltravangvardia”, pero no “posvanguardia”*, debido a que los poetas de esta antología, que usted tiene en sus manos y frente a sus ojos, proponen en sus poemas un reconocimiento de las innovaciones de la vanguardia, aunque sin convertirse en meros copistas de los estilos (quedándose con el mote de “neos”). No, porque los poetas de este volumen han trascendido los estilos surrealistas, futuristas, simbolistas y –subrayemos esto–, contemporáneos para brindar un mensaje individual, actual, estricta y honestamente lírico.
En medio de la individualidad estilística existe algo común en las propuestas que trascienden el estilo y que podríamos llamar “supraestilo”, la búsqueda de un “supraestilo”. Sustentar y estudiar este concepto también conllevaría otro estudio, pero esperamos que con lo dicho se entienda. Esta antología presenta una multifurcación (no bifurcación porque somos varios) estilística entendida como varianza en mancomunidad de intereses en el contexto actual de la posmodernidad, que es una especie de cajón de sastre que nos proporciona –con gusto y a la mano– los elementos artísticos y espirituales de la historia.
Esta corriente vltravangvardista, una puerta literaria al siglo XXI, también –ellos son conscientes de esto– pasará al cofre del tiempo al igual que las posturas anteriores. Pero, vivamos este movimiento con lo que nos quede de ello hasta el final de siempre.
El término vltravangvardia lo han hecho suyo en la medida que significa para los poetas una intención y un compromiso de hacer algo nuevo, algo actual, algo honesto frente a todo lo anterior. A alguien del grupo se le ocurrió usar el término prosaico de “parricida” en una cadena espontánea de ideas, la cual transcribo antes de discutirla.
“¿Son los vltravangvardistas parricidas? Sí. ¿Cómo Hora Zero? ¿Cómo Kloaka? No, porque ellos nunca lo fueron ya que siguieron los postulados anglosajones de los beatniks en un contexto tercermundista y de lengua española. Entonces, ellos no pueden llamarse parricidas, los vltras sí. ¿Qué esta postura terminará? Sí y no. Sí, en cuanto a que los vltras son perfectamente conscientes de la temporalidad estilística, y no, en cuanto a nuestro deseo galopante de innovación estilística”.
Es pertinente aclarar que el parricidio supone renegar de toda influencia anterior, lo cual significa que no le deben nada a estos movimientos literarios. Los vltras son perfectamente conscientes de ello –a la mierda con el pasado–, y asumen una intención de innovación con el uso de todos los aportes estilísticos y formales anteriores de acuerdo a una necesidad en el momento individual que supone una praxis creativa.
En los lienzos de estas ideas pongamos atención nuevamente en los fenómenos Hora Zero y Kloaka, que influenciaron en la poesía peruana contemporánea. ¿Qué simbolizaron estos movimientos? O ¿qué significan en nuestro panorama actual? En los 70 y 80, representaron a lo “nuevo” frente a lo “antiguo”, proponiendo una poesía fresca, coloquial y popular en el contexto del crecimiento mundial de la cultura rock en todos los campos del arte. A pesar nuestro, fueron los beatniks quienes abrieron los vitrales de la literatura pop al mundo, desatando así una escritura epigonal que agoniza en estos tiempos apocalípticos.
Con esto diremos: los vltravangvardistas trascienden la poesía marginal hecha por los beatniks y sus epígonos en la literatura anglosajona, hispanoamericana y europea. Por esto, se les hace necesario despercudirse de esta –ya ahora convertida en– nociva y monocromática influencia minimalista, para abrir nuevas puertas, nuevos caminos, a las generaciones heroicas que ya existen ahora.

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* A fin de evitar confusiones, se hace preciso señalar las diferencias entre los términos ultraísmo y vltravangvardia, en vista de que ambas categorías son distintas. Pues bien, como es sabido por todos, el ultraísmo fue una corriente estética que surgió en las primeras décadas del siglo XX, en España (la que luego emigrara a Argentina). La estética ultraísta planteaba subrayar la visualidad de las cosas a través de la metáfora. En cambio, la estética vltravangvardista es el avance de todas las concepciones estéticas anteriores, en el sentido de que no plasma ni interpreta una realidad determinada, sino, que ella misma crea una sensibilidad original, propia y única. Por lo tanto la vltravangvardia se convierte en la voz explícita de la nueva physis o naturaleza. En este sentido, declaramos que la vltravangvardia es la superación de todos los lenguajes precedentes, ya que ella es el único lenguaje verdadero que logrará que todo se inunde de poesía. Vltravangvardia es una estética de trascendencia pura que recoge los actuales ismos poéticos que se dan en la posmodernidad. 


Café Du Dome, París, 2014.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Aforismos imprescindibles de José E. Chocce


“AFORISMOS IMPRESCINDIBLES: Reflexiones sobre la vida y la existencia del hombre actual y su fallido proyecto civilizatorio. Su trabajo, el lector lo juzgará más imparcialmente que yo, frisa aun lo personal pero denota gran capacidad reflexiva y objetiva, cualidad singular que define a un pensador capaz de asumir mayores y necesarios retos con soltura”.

Ricardo Paredes Vassallo



JOSÉ E. CHOCCE
(Lima, 1980)


Licenciado en Filosofía por la Universidad Nacional Federico Villarreal. Es director de la revista de filosofía villarrealina Evohé. Sus temas de investigación se desarrollan en el campo de la Historia de la Filosofía Peruana y Latinoamericana. 
Ha publicado: “El evolucionismo de Spencer y la influencia de la filosofía contemporánea en los otros ramos de ideación” de Francisco Pastor (1923) en “Documento de Filosofía”; “El mundo de Sofía: Una experiencia educativa sobre la implementación del curso de Filosofía para escolares en el Perú”, revista ECIPERÚ;  “El principio del fin: cuatro discursos sobre el Perú actual”;  “Filosofía del Tiempo” de Andrés Montoya Sejuro (1996) en “Clásicos de Filosofía Villarrealina”;  “¿Cómo conoce el hombre?” en la revista TXT.
Ha participado con conferencias y ponencias en varios eventos académicos como en el Encuentro Científico Internacional: Verano-Invierno (2013) y ponente en el último congreso: XIV Congreso Nacional de Filosofía realizado en la UNMSM, 2013. Actualmente ejerce la docencia en Colegios y Academias preuniversitarias en Lima.

miércoles, 20 de agosto de 2014

RECIENTE PUBLICACIÓN

AVISO AL CONSUMIDOR 


Para amar a una persona, debe haber roto, aunque sea sólo alguna vez en su vida, una ventana. Si no lo ha hecho, absténgase del amor, ya que puede ser dañino para su salud comercial. 

Para amar este libro, debe haber roto, aunque sea sólo alguna vez en su vida, una ventana. Si no lo ha hecho, absténgase de explotarlo, ya que puede ser dañino para su horario de oficina. 

Si alguna vez ha roto una ventana (la de su casa, la del vecino, la del amigo, la del amante), acuéstese con este libro y embriáguese (no necesariamente con alcohol). En este estado místico-cuántico, lea con calma y alegría, como quien hace el amor. 

Si usted y el libro se comprenden, deberá levantarse, dirigirse al espejo más cercano, mirarse y cantar qué monstruo logra ver frente a usted. Luego de esto, llame a la persona amada y, luego de invitarla a salir, cántese de nuevo frente a ella. Inmediatamente después, regálele el libro. Tiempo después se repetirá el mismo proceso aunque al revés. Si tienen suerte, los dos romperán una ventana.  

Si esto no pasa, no se moleste en pedir un cambio del ejemplar o su dinero de vuelta, ya que es responsabilidad directa del lector. 

Si nunca ha roto una ventana, es usted una bestia. Lea nuestro libro, aunque lo más probable es que lo destruya olvidándolo por políticamente incorrecto. Si lo soporta hasta el final, regáleselo a la persona que ha olvidado. 
Estimado consumidor, los productores no nos responsabilizamos por las fallas que pueda presentar el producto. Las fallas, si es que las hubiese (o si es que usted cree que lo son), son de fábrica, en otras palabras, inalienables.

Javier Suárez y Milagros Zoes son dos zorros, autores, simultánea y sucesivamente, humanos y divinos, de 10 +1 : (SIN) VENTANAS, que se presenta como un tratado poético-filosófico, y patológico, de la esperanza. Luego de reconocer su monstruosidad, el Catoblepas, figura del 20 + 1 : NOSSUM,  se transfigura en una entidad dual que recorre todas las cavidades humanas anunciando a todo el que se encuentra con él la buena nueva: ¡rompamos nuestras ventanas! Javier Suárez es miembro del Colectivo Interdisciplinario TXT (www.txt.pe). Milagros Zoes es una zorra esteparia.    

"Javier Suárez abre en este libro una serie de ventanas que se suceden como en un enigma de Magritte donde una ventana se replica en otra ventana, y en esa puesta en abismo lo que vemos como lo real  revelará su naturaleza de espejismo. Por eso, la ventana de una casa (o de una pantalla abriendo leves sustituciones fugaces) descubre el paisaje de la adolescencia, que a su vez se abre sobre la zozobra de la sexualidad y la falta de ventanas que define a la familia. Otro paisaje, reflexivo y analítico, se abre en la serie de poemas que buscan definir la función del lenguaje poético como conocimiento.
Pronto, entendemos que la serie y la alternancia no son simplemente un montaje sino una investigación, a la vez lúcida y emotiva, que empieza dramatizando el mismo hecho de escribir. Por eso, el libro es una ventana (como las de Vallejo) que se estremece, cuyos fragmentos son el lenguaje disperso donde otras imágenes se recortan.
Al final, la ventana estrellada, implica que los privilegios de la vista no arman un sentido suficiente, y que el asedio de lo roto, de lo  residual, busca celebrar, con pulso dramático y gusto irónico, una  poesía sin tiempo y una narrativa sin lugar. Suárez ha construido este laberinto espectral para convocar una literatura cuyas ventanas al campo nos devuelvan la palabra."          
                                                                                                               Julio Ortega



VIII (CAsa-Jaula)

todas las ventanas están cerradas
pensativo recuerdo una mano 
¿cómo tocarte dentro de esta prisión?
recorro el espacio entero 
arriba y abajo persianas 

¿por qué las ventanas tienen cerraduras?
destruyo una de ellas con una mano
la sangre mana brilla y me acaricia 

¡cierra la ventana¡ ¡hace mucho frío!
atrapado entre dos sombras
la tarde moribunda me arroja 
al silencio de mi reflejo nocturno

¿cómo tocarte dentro de esta prisión?
¿por qué las ventanas tienen cerraduras?
¡cierra la ventana¡ ¡hace mucho frío!


III (Tormenta de OTOÑO)

el viento arranca la cabellera de los árboles
un ave se posa sobre una rama desnuda
se asiste a la natural ceremonia del ocultamiento

y a la distancia
tras una ventana
desaparece

es el presentimiento de la nieve



martes, 5 de agosto de 2014

Recientes publicaciones de poesía de Hipocampo Editores: El libro de los suicidas y Génesis 2,23



ISBN 978-612-4082-26-9

Norman Mendoza Roca (Lima, 1977) 

Egresado de Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Premiado en Juegos Florales y Deportivos Facultad Educación,1998. Premiado en la Bienal de Poesía Estación Compartida, 2002. Tercer lugar en Premio Poesía Erótica Peruana “Carlos Oquendo de Amat 2003”. Finalista en Concurso de Poesía Dedo Crítico 2004. Así como finalista en Premio Copé de Poesía años 2003 y 2005. Mención Honrosa Premio Copé de Poesía 2007, entre otras. Tiene publicados poemas en Dedo Crítico, Taller de Poesía, Lhymen, Bocanada, Poentos, entre otras revistas del medio. Ha sido publicado en las Antologías de ganadores y finalistas del Premio Copé años 2003, 2005, 2007. Junto con el grupo poético Artesanos publicó en el 2003 el libro “En la Orilla del Ocio”. Actualmente se encuentra abocado a labores alejadas del ámbito literario y educativo.

uno nunca sabe / NORMAN MENDOZA
uno nunca sabe cuándo llega un suicida
a quebrar la bulla armónica del mundo
con su paz de profeta silencioso
su corazón enumerado y su saliva blanca
nunca

podría ser que emerja espigado en natura
y piense una que otra palabra cascarosa y profunda
– esto lo desconcierta – 
y la piense y la aplaste y no diga nada
(la palabra)
y pasee con ella y la posea a ella
sin que altere su mirada,
nunca

una sombra solitaria
en cualquier parte del plano
puede resultar un hoyo en el puente:
la afirmación del amor

entonces nuestro amigo (el suicida)
compite con dios vertical
y viaja sin nudos sin corbata sin amante
enroscado en su propia lengua
    invisible
no es posible saber cuándo aparecerá un suicida
por ejemplo
un sujeto asombrerado podría ser
un ganster un dandy un maniquí
o por último
una carátula de buenas costumbres

la ciudad alisa su vestido
el mediodía llega igual para todos
pero al margen derecho de la sábana
una hilacha desatada relata desorden
una palabra que no dice
una maldita palabra que no dice (sino que sueña)
uno nunca sabe cuándo llega un suicida
ni mucho menos
cuándo deja de escribir.

Para Sigmund Freud, eros y tanatos son las energías que impulsan al ser humano, lo mueven, lo hacen ser. Quizá por ello, el amor y la muerte son los dos grandes temas de la literatura universal. Dos pulsiones que actúan juntas y que se presentan de muchas formas, uno de ellas es el suicidio. Este es el punto en el que se ubican los versos del inquietante poemario El libro de los suicidas. Pero contrariamente a lo que se suele creer, aquí el suicidio es un quitarse la vida y es, al mismo tiempo, un quitarse la muerte. En los poemas que reúne este libro, el poeta se halla anclado entre su fuga de la vida y su postergado encuentro con la muerte, y la cadena que lo aprisiona a ese especie de limbo es la escritura, la poesía: “soy antonio el suicida / el que te escribe la carta urgente”. En este poemario, Norman Mendoza nos brida una sugestiva metáfora sobre el arte de la escritura: la poesía es un suicidio, una forma de rechazar la vida (“uno nunca sabe cuando llega un suicida / a quebrar la bullar armónica del mundo“) y es también una manera de evitar la muerte (“una línea de más o de menos / un párrafo fuera de los planes / puede arruinar una muerte”). El poeta es, entonces, un suicida eterno, “abandonaré por último este poema como si fuera el mundo / como si fuera un poema el mundo / siempre sin terminar nunca”.     Yuri Vilchez Bejarano



ISBN 978-612-4082-27-6

Martín Horna Romero
Labora como docente desde el 2004 en distintas instituciones educativas, desde colegios, academias preuniversitarias, institutos y universidades; recientemente se encuentra trabajando en la UPC. Ha estudiado en el colegio San Antonio Marianistas del Callao y Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde también ha desarrollado una maestría en la misma carrera. Perteneció al grupo literario Artesanos y ha publicado sus poemas en algunas revistas del medio como Taller de Poesía de San Marcos, Apeirón, Peregrín, Ururi y Remolinos.  Ha obtenido el segundo puesto de poesía en los V Juegos Florales organizado por el Centro Cultural Aduni el 2005 y una mención honrosa en el concurso de poesía del Premio "Universidad Peruana Cayetano Heredia" el 2010. La mayoría de los poemas que participaron en este concurso han dado forma al presente libro, el cual sale a la luz gracias a la desaparición de muchos archivos y el miedo a que su autor los siga perdiendo de la memoria.  

génesis 2, 23
 (poema a dos voces: con ana melva cruz cárdenas) / MARTÍN HORNA

Y dijo Adán: “Esto es ahora hueso de mis huesos, y carne
de mi carne: esta será llamada varona, porque del varón fue tomada”
– Por favor no pierdas
No pierdas la cordura
No pierdas
Las ganas de explorar el mundo
Las ganas de estar solo
Tú eres el viento
Tú eres la orilla
Tú eres el dios
El minotauro
El centauro
El hijo de tierra

– ¿Por qué atajar su aroma de neblina entre las uñas
Si yo solo quiero mirar la pared
Con una copa de vino
O volar cada día a plazas desiguales? 
¿Por qué asir el mechón de su cabello
Si mi cintura de centauro 
Me es de otro reino?
– Y mi tiempo no se acabará antes que el tuyo
Porque nada será lo mismo 
Sin el peso de tu empeine
Yo te venero
Amigo del alma
Compañero de la noche
De cine de cortos
De teatro
De cinemas


– ¿Por qué su memoria me ocupa?
¿Por qué su cabello entre los labios al encender un cigarro?
¿De dónde resulta su deseo?
Si yo quiero un campo verde así sea falso
Verme partir en la mañana y regresar al caer el sol rojo
Caminar solitario sin botas 
Morir solo sin tumba


– Tú y yo dos bufones
Mi querido dos caras
Dos mundos
Mis gatos azules 
Migran en tu búsqueda
Tú eres el eterno
El ángel
El mago
La imagen de piedra 
– Ella quiere mi carne mi libertad mis glándulas
Que sea de ella 
De sus hijos
Cuando yo aspiro a ser corcho de un vino ya bebido
Pasaje 
Entre calles 
Garabato en el viento


– Cuántas veces grité tu nombre
Para que me consueles
Para que me toques la cabeza
Jurándome
Que amanecerá
Y me dejaste a solas
Con tus arañazos
Sin saber si aún estoy viva o tú estás muerto
– Me pidió que le recitara el Génesis (capítulo 2 versículo 23)
Se desnudó
Me obligó a necesitarla
Me cubrió todas las heridas e imposibles con su impaciencia
Pero la vida que yo ansío 
Busca puertas entreabiertas almas condenadas
Pasadores sueltos 
Ella se torna ineludible 
Esperanzadora
Mas no quiero ser de sus ojos
Cada bisagra de mi brazo se resiste a su cuello
– Dónde estarás entonces
Debajo de la tierra o encima 
Qué más da
Acabarás
Incapaz de ver que todo está muriendo lentamente
Regresa a mí
Tú mi arlequín
Devuélveme la malicia

Hace varios años, un sexto sentido me llevó a poner mucha atención a la poesía y a los escritos en prosa de Martín Horna. En sus primeros escritos que mostraba en San Marcos ya estaba el fuego de la creación. Con seguridad puedo decir ahora que no estaba equivocado en mi intuición. El curioso lector puede comprobarlo leyendo los límpidos versos que ahora nos ofrece, donde se alternan las imágenes límpidas, la serenidad, con observaciones precisas sobre la conducta de los seres humanos. En poesía no se recomienda hacer vaticinios, sin embargo algunas veces podemos permitirnos alguna excepción: Martín Horna empieza con paso seguro y llegará en la lírica muy lejos.  Marco Martos





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