lunes, 26 de noviembre de 2018

POR NO QUEDARME CALLADO -DÉCIMAS- DE JINRE GUEVARA DÍAZ

Por no quedarme callado reúne un conjunto de décimas de singular y atenta reflexión sobre hechos político-sociales que transcurren erráticos en el Perú y Latinoamérica, amén de otros rincones del planeta, porque la desigualdad, es universal. Este libro es el resultado poético de un cantor popular preocupado por circunstancias desfavorables que afectan no solo el proceso de desarrollo social, sino que incurren también en constantes afrentas a la dignidad de los seres humanos. Esa sensibilidad y compromiso de Jinre Guevara, esa  búsqueda de un mundo más justo y bello, es la génesis de un grito que nunca callará, de un sujeto poético que se torna molestia para sistemas que siempre tratarán de ocultar la verdad.

 Jinre Guevara Díaz presenta su primer libro de décimas: Por no quedarme callado, resultado de un espíritu singular, de constante búsqueda de trascendencia y desarrollo del pensamiento.
Músico autodidacto de origen cajamarquino, «merodeador» de la décima y la poesía, con orientación  a la investigación cultural. Es fundador e integrante de «Los Cholos», agrupación de música y canto popular tradicional peruano de reconocida trayectoria, con quienes ha realizado importantes giras y conciertos tanto en Perú como en países de Latinoamérica y Europa, entre ellos: Chile, Argentina, Ecuador, Colombia, Bélgica, Francia, Alemania y España. Con más de treinta y cinco años de actividad musical -de ellos, veinte con «Los Cholos»- ha participado en la producción de cinco álbumes dedicados a la afirmación y difusión de diferentes lenguajes musicales tradicionales del Perú,  y en otras de carácter colectivo. Producto de un constante espíritu indagativo, ha recorrido gran parte del Perú acercándose al conocimiento de expresiones culturales populares, así como a personajes de trascendencia de estas regiones, vivencias que sin duda han contribuido a sus reflexiones planteadas en la presente edición.
Jinre Guevara ha participado como ponente en conversatorios, conferencias y talleres sobre temas vinculados a la música y cultura tradicional del Perú, en universidades, colegios y centros culturales. Desde hace varios años, es un constante columnista en portales de opinión sobre temas vinculados a la música, coyuntura social, política y económica. Estudió en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde además culminó un posgrado. Actualmente se encuentra trabajando con «Los Cholos» en su sexta producción musical, así como en la preparación de su segundo libro de décimas y otro de poemas en prosa y verso.


PRÓLOGO
PARA NO QUEDARME CALLADO
Julio Carmona

Desde las heridas de la vieja España, escribió nuestro inmortal maestro: «Todo acto o voz genial viene del pueblo y va hacia él». La genialidad, según él, se llama pueblo. Sin este no habría nación, no habría patria, no habría genios. Enorme deuda, entonces, la del genio para con su pueblo. Por eso quienes siguen el camino que va trazando el pueblo (junto a sus mejores hijos) no hacen otra cosa que devolver esa prístina enseñanza. Y esa es la tarea del maestro, del artista, del campesino, del obrero, del poeta. Todos son alimentadores de ese fuego. Por eso empecé llamando así a César Vallejo: nuestro inmortal maestro.
Y, por eso también, quiero usar el apelativo de maestro para saludar a Jinre Guevara, autor de este libro para el que ha tenido la gentileza de permitirme pergeñar estas letras prologales. Es cierto que él —con la modestia sincera de los grandes— minimiza su acción poética. Porque sabe que está midiendo su talla con la de esa fuente de amor y fuego que es el pueblo. Es decir, con la de quienes lo preceden en este esfuerzo mancomunado de enaltecer la vida. Y, en efecto, no se equivoca Jinre. Los grandes cultores de la décima (que es la forma poética elegida por él para decir lo que no quiere callar) han sido tocados por ese fuego amoroso. Y siempre es difícil alcanzar su altura. Pero el solo hecho de intentar esa hazaña ya es un mérito.
Y quien se acerque a este nuevo —y, asimismo, antiguo— surtidor fluyente de ese hontanar, habrá de sentirse desconcertado. Y se preguntará por qué Jinre ha elegido la décima. Y la respuesta que intuyo es porque la décima —del mismo modo como el soneto— ha pasado a tener una prosapia genuinamente popular. Y Jinre no podía beber de otra fuente que no fuera esa. Una fuente que da la seguridad de no estar imitando a nadie aunque sean muchos los que la hacen suya. Y esto ocurre porque todo lo que deja de tener autor conocido pasa a ser de propiedad del pueblo. Del soneto se sabe que es oriundo de Italia. Pero ni en su país de origen ni en España, que es el de su arraigo, se tiene la certeza de quién pudo ser su primer usuario. En el caso de la décima se pretende atribuirla al poeta español Vicente Espinel (ubicable entre los siglos XVI y XVII) y es así que también se la suele llamar décima o espinela. Sin embargo, la fuerza de la costumbre (que es la que siempre le da la razón al pueblo) ha impuesto el nombre de décima y ha clausurado el de su supuesto creador. Se cumple así lo que dijera Manuel Machado, en una copla en la que explica el origen de esta:
Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo,
ya nadie sabe el autor.
Y tanto es así que cuando los poetas llamados cultos o puros recurren a esa forma popular evitan asumir ese su nombre más común: décima. Es el caso de Martín Adán quien a su libro de décimas lo tituló La rosa de la espinela. Pero a los poetas populares les parecería totalmente cursi llamarse «espinelistas». Con mayor orgullo prefieren la calificación de decimistas.
Los poetas populares —y Jinre pertenece a esa estirpe— no son mezquinos con otras formas de poetizar (las usan cuando la necesidad obliga), sin embargo —y esto es lo decisivo— no se extrañan o enajenan de esas formas originarias con que el pueblo sabe expresar y sentir mejor sus verdades. ¿Y qué mejor aprendizaje para el dominio de este hermoso —y nada fácil— arte de la décima, que hacerlo bajo el auspicio de sus cultores populares? Y Jinre así lo testimonia y menciona a Nicomedes Santa Cruz y a Juan Urcariegui García (y yo puedo agregar a Luis Felipe Angell, Sofocleto). Pero él incluye a otro grande del verso armonioso, Gustavo Adolfo Bécquer. (Y, asimismo, yo me atrevo a incluir a Rubén Darío). Y cualquier otro maestro más, cuyo nombre sea invocado, será para hacer un justo homenaje a su labor pedagógica que busca impedir su clausura o anonadamiento.
Yo siempre suelo decir —cuando los jóvenes estudiantes secundarios eligen este trabajo desinteresado de la poesía— que es la más segura garantía de que con cada uno de ellos habrá un policía (y hasta un delincuente) menos. El arte en general constituye un pasaporte inigualable para acceder a las regiones invalorables del espíritu creador o constructor de seres humanos íntegros. Por eso me congratulo y, de paso, agradezco a Jinre que considere a mi modesto trabajo como uno de sus referentes para el logro de estos textos poéticos que él ahora nos ofrece, con una solvencia que nadie creo ha de mezquinarle.
Aquí el lector encontrará una voz que dice su verdad sin medias tintas, con el respaldo de una sinceridad a toda prueba. Tocando temas tan comunes y al mismo tiempo tan especiales para todos los que nos ha tocado la suerte y el sufrimiento de haber nacido en este hermoso y doloroso país. Tal el caso de rememorar su historia que nos compromete para seguir dando más de nosotros mismos en su trayectoria de llegar a ser la auténtica madre patria que anhelamos (y no la madrastra a que la condenan ser sus necios hijastros). Y así leemos:

Llegaste con una cruz
en el puño de tu espada,
con tu biblia tan preciada
y cargando tu arcabuz.
Y ello constituye reconocer —como lo hace Jinre— la sabiduría y la grandeza de su pueblo:

Camino y siembro mis pasos
aunque no son solo míos,
antes existieron ríos,
que forjaron estos trazos.
Son del tiempo, como lazos
que refuerzan la memoria,
gestas cargadas de gloria
de los pueblos que lucharon,
mujeres y hombres que guiaron
las sendas de nuestra historia.

Pero también se halla en estas páginas la ironía y el humor que fustiga la inopia y destemplanza de esos hijastros, que suelen cobijarse ya sea en los establos de la burocracia administrativa como en los chiqueros de la política criolla, aquellos oscuros recovecos en donde solo brillan los ojos angurrientos de la venalidad y la componenda.

El «táper» de la vergüenza,
color naranja y con plata,
para la gente insensata
y que ignora la gran prensa.

Lo cual lleva a nuestro poeta a tocar los temas que fluyen de las ciudades que es en donde están más al acecho los tentáculos de la corrupción y los acíbares del delito.

Para zamparte a la «cola»
y pasarte la luz roja,
no te importa si se enoja
un adulto o una chibola.
Tú te sientes siempre «piola»,
el «mosca» que todo puede,
el que todo lo transgrede
sin importar los demás,
mas te engañas, ya verás,
nadie quiere a quien se excede.

Y asimismo están los temas de la solidaridad con los pueblos hermanos (Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia) que también luchan por dar a sus respectivos terruños la gloria de verlos libres de toda sujeción a cualquier amo extranjero. Y este cobijo del canto en lo esencial de Nuestra América, de nuestra patria grande, no puede no debe estar alejado de su fuente nutricia: la madre naturaleza, que es cantarle a la vida, a las aves, a la reina de los tubérculos, la papa, e igualmente  a esos otros frutos de la tierra que son los minerales, elementos todos ellos por los cuales nuestros pueblos se desviven y también lamentablemente mueren por la ceguera de gobiernos putrefactos. Y todo este abanico temático lo resume nuestro poeta en la primera décima de su última composición de pie forzado:

Desde chico fui aprendiendo
sin querer, sin darme cuenta:
el que no calla, se enfrenta
y que más se aprende, oyendo.
Que muchos andan huyendo
cuando un debate es planteado
y se ponen de costado...
Pero eso… ¡No iba conmigo!
aunque perdiera un amigo,
por no quedarme callado.

Jinre Guevara, nuestro poeta, cantor del pueblo, no quiere quedarse callado. Y hace bien que así sea. Y podrá perder un amigo (que también suele ocurrir, porque no callar implica a veces herir) pero también —como dice otro libro grande de la patria universal— se tiene un mundo por ganar.
Sé que es innecesario decirlo, pero digo que Jinre sabe que estas palabras mías no están lastradas por el pegajoso hollín de la adulación. Y sabe que —así como dice la canción popular que «amor con amor se paga»— igualmente yo le digo que a su sinceridad respondo con mi sinceridad.

DÉCIMAS

Saber de los pueblos
Camino y siembro mis pasos
aunque no son sólo míos,
antes existieron ríos,
que forjaron estos trazos.
Son del tiempo, como lazos
que refuerzan la memoria,
gestas cargadas de gloria
de los pueblos que lucharon,
mujeres y hombres que guiaron
las sendas de nuestra historia.

No está completo el camino
sin las huellas del pasado,
no vamos a ningún lado,
con su ausencia, no hay destino…
pues si empiezo, no termino,
porque el que quiera aprender
de antaño, debe atender
los cantos del corazón,
de viejos que con unción,
nos legaron su saber.

«El saber» es un camino
sin paradero final,
nos discierne el bien del mal
moldeando nuestro destino.
Cual obrero forja el vino,
madura  nuestra confianza,
en el puño, una lanza,
contra toda mezquindad,
reconstruye la verdad,
ilumina la esperanza.                         
(2012)


ALAN el inocente
Según el propio García
lo rodeaban sólo «ratas»,
ninguno fueron sus «patas»
y de robos, no sabía.
No se atribuye autoría
de «petro-audios», «faenones»,
«narco-indultos» y ladrones
liberados por dinero,
que en París fue un tipo austero,
que es un «doctor», sin millones.

Él dice que nunca ha dicho
que hay «peruanos de segunda»
y que esa frase iracunda,
de la prensa, es un capricho
Sostiene este susodicho,
que nunca fue un mentecato,
que jamás ‘planchó el zapato’ 
en la espalda de un peruano,
que en Bagua no fue inhumano…
que con él, no es «Lavajato».

Keiko-décima
Política y cocaína 
corrupción, robo siniestro,
son casi como el ‘pan nuestro’
cuando se habla de la «china».
Con «lavadores» camina
y hace gala de cinismo,
como aquel fujimorismo
que nos llenó de vergüenza,
ese que compró a la prensa
y nos condujo al abismo.

Quieren que me trague el cuento,
dicen que «Keiko es distinta», 
es claro que es «pura finta» 
para engañar a los «lentos» .
No tiene ningún talento
y es que… ¡nunca ha trabajado!
pero viaja a todos lados
gastando varios millones,
agarrando de «huevones»
a los que creen que ha cambiado.
        



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