viernes, 5 de julio de 2024

POESÍA: Naturaleza y límites de la lengua en Sabor de sidra, libro de Teófilo Gutiérrez


 

Escribe Jonathan Mostacero

En la brevedad de los quince poemas de Sabor de sidra – dieciséis si se cuenta el introductorio “cero”- parece contemplarse con deleite la imagen de un ambiente natural que intenta descifrarse con la virtud palabra, pero que a su vez reconoce los límites de la lengua ante la magnitud de lo representado: “se deshacen en la yema de los dedos / el polvo muerto de los desengaños de la lengua / que no puede contener tanta hermosura”.  En este afán lírico, son habituales las escenas de una infancia en comunión con lo campestre, “En el horizonte de la nostalgia /soplan hojarascas /en la tibieza de una cama de infancia”, así como recuerdos maternales a la usanza de Oquendo, “¡Madre! tu voz me afeita esta mañana /el sabor de la sidra y cafetos rojos”. Igualmente, se descubre la voluptuosidad de una voz lírica, “la erupción del pecado/ y la mujer se despulga / de puro viento”, que restituye de belleza la cotidianidad, fuente de un arte poética cargada de inmanencia hacia la tierra: “desde /el cántaro / desde el primer pedo del dinosaurio”. Así, los poemas de Sabor de sidra evidencian una poderosa sinestesia donde los olores, sabores e imágenes se confunden en una memoria y visión de mundo que celebra los sentidos, “El mar tiene olor a musgo infinito”, al igual que su anhelo por la representación de la dinámica naturaleza a través del verbo: el resumen es la emoción del verbo que nada quede flotando”.

En cuanto al apartado final, Imaginario, es un conjunto de cinco textos de prosa poética que conjuga lo bucólico y lo coloquial en estampas de tono nostálgico. El lirismo campestre, tan propio de su narrativa y dinamizado con digresiones surrealistas, se presenta en “Descanso” y “Bucólicas”, donde la voz poética se identifica con el paisaje: “De pronto muerdo la menta y recorro el cerro como becerro riendo…” Por otro lado, “Amor” y “Fe” desvelan la predilección por destacar aspectos de la tradición popular como “¡adiós Virgencita de Chapi, ay nos vidrios!, porque seguramente volveré bien arrepentido…”. Finalmente, “protestantes” anuncia, a través de un inicial paisaje onírico, un alegato contra la dictadura y una restitución política de la firmeza de una multiplicidad de voces que resiste sus atropellos: “¡mírenlos!, no son de brisa, son de arcilla irrompible como el acero como algo más”.

Indudablemente, sorprende la sobriedad y contundencia de los versos e imágenes líricas en esta primera incursión poética de un narrador de oficio como Gutiérrez.

TRES

Universo juego de dados
anda que mete los ojos conjuga
cabalgando para tantear la noche
en el punto exacto
cuenta las horas y apura la etiqueta
para amarrar el dedo gordo del pie.

El mar tiene olor a musgo infinito.

Ya cuelgan los ruidos
cacerolas / cucharas / viento
del minuto y desboca el tic
que golpea
y aprieta tanta nostalgia
del nacimiento y fin
del colibrí que restalla gotas de rocío.

Y la máquina del tiempo
dibujará pentagramas alegres y tristes
hasta cualquier tarde o mañana o noche.
En el horizonte de la nostalgia
soplan hojarascas
en la tibieza de una cama de infancia.

Escarbar dados con los dedos al lado
del paraje mirando y remirando el azar:
/Voy o no voy / si cae cinco voy/
/Me hice la propia trampa y salió seis/

El latido /el paraje/
desde allí veo descalzo el horizonte.
Lamento húmedo en la tierra de sangre viva.

Mi madre parió entre estos cafetos
y de aquí vengo turbio
a la ciudad de piel porosa
que maldice mi lengua de lluvia.

                                                                        DESCANSO 

Abajo del frondoso sauce el agua fluye como cola de gato rozando la piel de peces pequeños y plateados / el río va corriendo por todas las orillas y el sol intenta sortear la maraña de los michinos y sauces / se delata una trocha de carretera en la misma ruta de arrieros y el golpeteo de pezuña de mulas / cuando aún el mundo era virgen y todos conocíamos el nombre de pila del otro / pero fue otro tiempo y hay que pasar la página o mirar hacia otro lado / -dicen los pragmáticos.

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ANTONIO CILLÓNIZ, dixit: La poesía es brevedad, también la poesía es emoción y además la poesía es fundamentalmente intensidad. Esto es, una breve e intensa emoción; por eso perduran los poemas. Así también es este poemario transido de un sentimiento primigenio, que es expresado siempre desde una sabia madurez poética. He aquí ejemplos de ello en este breve, intenso y emotivo poemario Sabor de sidra: «¡Madre! ¿dónde ordenar tanto amor?/ en milésimas, diametralmente, diríase.» Y, «de corazón al sol también las mariposas/ se deshacen en la yema de los dedos/ el polvo muerto de los desengaños de la lengua/ que no puede contener tanta hermosura.» O, finalmente, «Ya cuelgan los ruidos,/ cacerolas cucharas viento/ del minuto y desboca el tic/ que golpea/ y aprieta tanta nostalgia.»"

ROGER SANTIVÁÑEZ dixit: Un libro de poemas de inspiración y belleza indudables. La recreación de la infancia y el campo alrededor están logrados con sincera plasmación. La dicción está muy bien manejada, igual que el ritmo y el aspecto visual de algunos momentos o aquel «lomismo», directo guiño vallejiano que funciona perfectamente. En Sabor de sidra hay como una impronta neobarroca y/o trabajo de lenguaje. En suma, el libro crea su propio universo poético. Eso es. Gran abrazo siempre & bienvenido a la poesía.


https://miguelildefonso.blogspot.com/2024/04/sabor-sidra-de-teofilo-gutierrez.html.

"SABOR A SIDRA" DE TEÓFILO GUTIÉRREZ

Escribe MIGUEL ILDEFONSO: 

Teófilo Gutiérrez (Jaén, 1960) es un conocido y excelente narrador que salió de las aulas de la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos en los años 80; autor de los libros de cuentos Tiempos de Colambo y Colina Cruz; y además dirige el prestigioso sello Hipocampo Editores, en el que publica casi exclusivamente poesía de autores peruanos, algo muy digno de resaltar. En 2023 la vena poética de Teo, como le dicen sus amigos, afloró con Sabor a sidra, su opera prima en poesía.

No es común que narradores o novelistas, luego de hacer una carrera como tales, incursionen luego en este arte del verso, el ejercicio de la concisión y la musicalidad. En los últimos tiempos, en Perú, podemos ver algunos casos como los de Mario Vargas Llosa, Jaime Bayly o Cronwell Jara. La poesía es como el alma de la prosa, por eso nos dicen estos sus versos: “de corazón al sol también las mariposas/ se deshacen en la yema de los dedos/ el polvo muerto de los desengaños de la lengua/ que no puede contener tanta hermosura” (poema Dos).

La voz poética, a la vez que camina capturando lo bello, va adentrándose en la esencia de las cosas, al elixir de la sidra. Es un retorno a la naturaleza, a la colina y a la madre: “Desta perversa confusión/ yéndose/ aquellos campos de infancia/ yéndose/ sin punto cardinal/ ni sueños ni palabras/ y luego volvemos” (poema Cuatro). El poeta va reconociendo su singularidad y, a la vez, su identificación con ese mundo recobrado. Es una evocación que se vive con emoción ilimitada: “El mar tiene olor a musgo infinito”, nos dice en el poema Tres.

En lo más sublime la poesía lleva al poeta a hermanarse con todas las criaturas, con el gato, el dinosaurio, el colibrí, los pájaros, los sapos, los peces. Y hasta tal punto es este amor a la vida, que ya no hay diferencias: “El gato ya no importa./ Está en la ilusión”. Entonces, nos dice además el poeta, que la memoria es lo que perdura así como la palabra: “Digo que inventaré tu contorno/ en el barro después de la lluvia/ te prometo que durará el garabato/ y lo cuidará el sol.//La ilusión de la lluvia ya no importa” (Poema Cinco). Al respecto el poeta Antonio Cillóniz nos dice en la contratapa del poemario: “Así también es este poemario transido de un sentimiento primigenio, que es expresado siempre desde una sabia madurez poética.”

La sidra es la memoria que aplaca la sed espiritual: “amanecer junto a tu madre/ y escribir el verso aquel: / oyéndola quisiera en la metáfora/ que la vida está hecha de memoria/ y sabor de sidra” (poema Doce). La sidra es un licor hecho del jugo fermentado de la manzana; la manzana del paraíso perdido al que el poeta Teo vuelve maravillosamente con este libro, y nos lleva finalmente a esa segunda parte titulada Imaginario (breves poemas en prosa sobre visiones y diálogos de “cuando aún el mundo era virgen”), del cual extraemos este poema:

Amor

Instantes como la cevichera ambulante a la mitad del muelle ocupada en vivir un día más / mientras palpas la piel del agua con los pies y los codos en la arena blanca después de caminar entre las ruinas del puerto Eten / como otros pueblos había evidencias de inundaciones y los garabatos en las paredes rasgados con tinta roja / y solo tenías palabras de amor mientras perseguíamos a los cangrejos carreteros en la orilla de esas olas rotas y lentas / y éstos se zampaban a los hoyos de arena y espuma, / dejándonos parados bien cojudos y enamorados.

EL AUTOR: 

Con Alicia en la Plaza de Armas de Huánuco.

Teófilo Gutiérrez Jiménez realizó sus estudios primarios en Guaranguillo, Jaén, y secundarios en la GUE San Miguel de Piura y el CP San Vicente de Paúl en Surquillo, Lima. Estudió Literatura en la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Fue integrante de la Comitiva de Escritores del Perú que participó en la 35 Feria Internacional de Guadalajara 2021, México, y en la que nuestro país fue Invitado de Honor. En 1989 obtuvo el Tercer Premio COPÉ de cuento de PETROPERÚ, ese mismo año también fue premiado en el concurso de cuento “Mil Palabras” de la revista Caretas. En el 2004, ganó el Primer Premio de cuento que organizó la Municipalidad Metropolitano de Lima y la asociación cultural Viernes Literarios. El 2021 fue reconocido por la Municipalidad Provincial de Jaén como “Escritor del Bicentenario” mediante una resolución de alcaldía y medalla de oro. Ha publicado los libros de cuentos Tiempos de Colambo (1996), Colina Cruz (2011).  Algunos de sus cuentos han sido seleccionados en diversas antologías de narrativa breve y ha trabajado como periodista en los diarios “La Voz”, “El Universal”, “La República”, “Ojo” y la revista “Somos” del diario “El Comercio”, entre otros. Igualmente ha participado en conferencias, ferias del libro, recitales y seminarios de Literatura.


  

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