«José Antonio Mazzotti ha expandido las nociones que como lectores podíamos tener del erotismo, del amor y de ese inmemorial anhelo de fundirse con lo que se ama, que es finalmente el anhelo de toda poesía... Esa dimensión arrasadora del deseo se funde a su vez con el recuerdo o el anhelo de una pureza que le otorga a los poemas de Mazzotti una multidimensionalidad que no es común encontrar en la poesía que se hace cargo del tema amoroso. Es, por una parte, una poesía del lenguaje, donde el castellano se vuelca sobre sí mismo para sonar de una manera nueva, no oída antes, y a la vez es una poesía situada, peruana, que no puede sino ser peruana en el concepto más alto que se puede tener de una de las corrientes poéticas más poderosas de las escritas en los diversos territorios de nuestra lengua» (Raúl Zurita).
JOSÉ ANTONIO MAZZOTTI
La poesía de José Antonio Mazzotti tiene múltiples facetas y matices. Su estilo, en muchos sentidos, señala la evolución de la poesía en español desde el conversacionalismo de los años 1980 hasta el neobarroco del siglo XXI. Sus fuentes son igualmente múltiples, como sugiere el propio título de este libro, que se refiere a una leyenda quechua sobre un zorro que se enamora de la luna, aullando cada noche para llamar su atención. Al final, la luna se conmueve y envía un rayo de luz a la tierra para que el zorro suba y esté con ella. Impulsado por un deseo incontrolable, el zorro es incapaz de parar a tiempo y se estrella sobre el rostro de su amada, creando así las manchas lunares. La alegoría habla de la relación entre el poeta y la poesía: pasión e inmolación.
José Antonio Mazzotti (Lima, 1961) obtuvo el Primer Premio en los Juegos Florales Universitarios “Túpac Amaru” de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos con Poemas no recogidos en libro (Lima, 1981). Fue miembro de la Instancia Suprema del Movimiento Kloaka (1982-1984). En 1985 publicó su segundo poemario, Fierro curvo (órbita poética), y en 1988 su tercer libro, Castillo de popa. Ese año migró a los Estados Unidos. Desde entonces ha publicado El libro de las auroras boreales (Amherst, 1995), Señora de la noche (México, 1998), El Zorro y la Luna. Antología Poética 1981-1999 (Lima, 1999), Sakra Boccata (México, 2006, y Lima, 2007), Las flores del Mall (Lima, 2009), Declinaciones latinas (Houston y México, DF, 2015) y Apu Kalypso / palabras de la bruma (Lima, 2015), agrupados en la colección El Zorro y la Luna. Poemas reunidos 1981-2016, publicada por Axiara Editions y la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE) el 2016. Esa edición mereció el Premio Internacional de Poesía “José Lezama Lima” otorgado por Casa de las Américas, Cuba, el 2018. En 2013 apareció una versión bilingüe de Sakra Boccata con traducciones de Clayton Eshleman en Ugly Ducling Press, Nueva York, y en 2018 The Fox and the Moon. Selected Poems, por Axiara Editions y la ANLE. Ha sido incluido en numerosas antologías peruanas y extranjeras, como la Antología general de la poesía peruana: de Vallejo a nuestros días (Lima), La mitad del cuerpo sonríe (México), La letra en que nació la pena (Lima), Caudal de piedra (México), Fuego abierto (Chile), Cuerpo plural (España), Liberation: New Works on Freedom from International Renowned Poets (Boston), etc.
Actualmente es “King Felipe VI of Spain Professor of Spanish Culture and Civilization” y catedrático de literatura latinoamericana en la Universidad de Tufts, en Boston. Entre sus obras críticas se cuentan Coros mestizos del Inca Garcilaso: resonancias andinas (Lima, 1996), Poéticas del flujo: migración y violencia verbales en el Perú de los 80 (Lima, 2002), Incan Insights: El Inca Garcilaso’s Hints to Andean Readers (Madrid y Frankfurt, 2008), Encontrando un Inca: ensayos escogidos sobre el Inca Garcilaso de la Vega (Nueva York, 2016) y Lima fundida: épica y nación criolla en el Perú (Madrid y Frankfurt, 2016), así como numerosas ediciones y co-ediciones. Dirige la Revista de Crítica Literaria Latinoamericana y la Asociación Internacional de Peruanistas y continúa ejerciendo la escritura poética, la investigación y el activismo literario.
(después de una lectura de R. Jakobson)
Yegua es la hembra del caballo y yegua
es mi mujer impronunciable por el resto de mis días, la frescura
de su sudor y de sus patas duras como un diente
y el lomo en que cabalgo rodeado de metrallas y sirenas anunciando
un bombardeo.
Yegua es la hembra del caballo y yegua es mi mujer
de suave relincho a cien violines cuatro flautas dos trompetas
y un músico olvidado y legañoso / a media barba / y noches de terrible claridad.
Ella se mueve por los parques hinchando sus ancas (yo hincho mis pulmones)
salta y patea y no conoce a los flemáticos
desnuda una sonrisa / como quien abre una bolsa de arroz
sabe y no sabe siente y no siente grita y no grita
y esparce el arroz entre los novios.
Yegua es la hembra del caballo y yegua es mi mujer impronunciable
divina metalengua que pronuncio y no decoro
y salto y pateo y relincho y ya no sigo
sé que ella viene como un pasto dulce a perdonarme estas palabras.
Amazonas
Padre poderoso que te esfumas en el horizonte
Santificado sea tu fondo franela donde las conchas
Se funden con las ramas cimbreantes y las ramas
Un sueño milenario aletean en el desvientre de luz
El sabor de la sábila y el oro esperma del paiche
La iguana marrana / el cóndor delfín / la anguila mona
Y el loto de alfombras que dibuja el chullachaqui
Cubres lagos desde tu loma lechosa desde tus
Sabanas sabrosas de savia soberbia de subidas
Y bajadas restallando en el alcázar de tu sombra
Padre sembrado de arena derretida flotando sideral
Enfermo repentino incrustado de termómetros
Tus ninfas pústulas de arsón y fungen pécora
Tus algas ostentan las puntas quebradas tus pirañas
Se muerden entre ellas danzando en la niebla sidérea
Padre que estás en las ovas con la audacia de quien
Invade la planicie mamífera con océanos barrosos
Acidándose de úrea y de sueños de lavandería
De blancuras por venir que no olfatean su caña de mayo
Y miras con misericordia lo que hemos hecho de ti
Un seguro sin techo un dios inmortal y solamente eres
El animal bóveda de los espíritus de todas las matas
Y todas las copaibas y las nectandras y los zancudos
Que beben de tu cuello carnoso el hidrógeno sangre
La taruca tapiresca / el tortugo perezoso / la boa lagartija
Y el tahuarí amarillo que los amaranta y charapea
Padre Yacuruna estarás con tu lagarto negro por los
Abismos de las cochas plateadas en la luna de tu madre
Corteza de tornillo cocinando la poción santificada que
Llevará tu grito ayaymama raspante por las quebradas
Sentado como el simpira auscultarás los movimientos
De los intrusos antorchas que suturan tus poros estarás
Atento a la hoja inerte alada de los rombos cristalinos de
La caoba inmaculada y la cumala imberbe y la manchinga
Acurrucada en el pino chuncho y el cachimbo con sangre
De grado investirás de honor como pantera esos cráneos
Removerás con tus garras la hojarasca acecharás
Esos monos desnudos extraviados de su sendero
Y esos monos vestidos que traerán la fiebre ceniza
Padre Sachamama te desgajas y abandonas tu piel
Que bordan las enanas cabezonas definitivamente
Ordenadas herederas del universo en ellas te deslizas
Silencioso por las hojas del cedro y te recoges
En el vientre de una roca raída al acecho escondiendo
Tus sables insaciables paladines de tu vientre infinito
Padre Yanapuma brujo perverso entre los más malignos
Tu silueta de jaguarnoche se confunde con los gallinazos
Para comer carne humana a cualquier costa la más dulce
De todas las delicias que la selva ofrece porque su aroma
De animal limpio es más agradable a las entrañas rojizas
Que asoman por tus ojos braseros por tu amargura de dios
Momentáneo de dios todopoderoso lo que un rayo azota
Padre Mapinguari perezoso gigante deambulas a veces
Tumbando los arbustos más altos desgarrando pieles
Cubiertas de esmeraldas bailas bajo las tormentas
Cazando cocodrilos en las bolainas y en las orquídeas
Saltando con los colibríes y los urcututos
Trompeando con los trepatroncos y las guacamayas
Tu monte de gigante es temido andante de los maqui
Sapas colas de mano arácnidos con tetas y cara
De gárgola asustada de los ocelotes gruñidos y lentos
De los relámpagos que paren tu sombra abiertos
De piernas ante tu portento de portaestandarte
Padre Chicua que revelas las infidelidades felices
Las de los animales que sólo caen ante la gravedad
Del amor sin condiciones ni futuro sólo presente
Puro insondable como tu bolsa de boa traga aldabas
En tus serenas curvas se solaza el universo erige
Su bastón de mando para besarte en cada abismo
En cada noche bajo los troncos guarecidos y la lluvia
Lamiendo con furia su entrada al Paraíso rezando
Ave María Bendita Tú eres entre todos los placeres
Dispénsanos de rodillas te lo pedimos humildes
En tu leche palpitante y mullida nos fundimos en
El primer encuentro en el mar de la célula con cola
Y el recinto secreto de la esencia de la Eternidad
Padre Yurupary que cruzas el caudal silente
Subiste al cielo en misión oficial y así te pagaron
Tomando la batuta los que antes te temían
Decidieron ordenar la casa hacerse cargo de todo
Y tus hijos olvidados como los sajinos deambulan
Por las cortezas de las moenas y los motelos rumiando
Las estrellas reclamando tu regreso / el Sakro Cosmos
Restablecido por los siglos de los siglos loado tu Nombre
Padre Tanrilla frágil garza de patitas de flauta de licor
Tu música levanta obeliscos humedece las nubes plácidas
Que encuentran en su ritmo de posishon el goce eterno
Por el que vive y muere y se desdice en gemidos el coro
Que canta cada noche:
“Ayaymama, Huischuhuarca: Nuestra madre ha muerto
Y nos abandonaron”.