YOSHIRO CHÁVEZ
Nació en La Convención (Cusco) en
1969. Vivió su infancia en Arequipa.
Radica en Lima desde los dieciséis años. Se graduó de abogado por la
Universidad Nacional Federico Villarreal y tiene estudios de posgrado en la Pontificia
Universidad Católica del Perú. Escribe cuento, novela, poesía y es, además,
compositor. El amor es un abismo que
viene hacia nosotros es su ópera prima, libro de cuentos publicado en el
2015 por SUMMA. Ha sido incluido en la selección Siete narradores contemporáneos cusqueños, Sieteculebras, 2017.
MAGNOLIAS EN EL SUBURBIO
Roger Santiváñez
La poesía que configura este libro es
altamente crítica, implacable en su autocuestionamiento permanente (perro rabia
ruda –nos dice el poeta con aliteración expresionista–) circundada por la
ciudad y la memoria campestre, ahonda en su estudio de la condición femenina y
el erotismo, así como en la extrañeza del amor y su probable imposibilidad o
no. Porque siempre nos habita una mujer escrita la que puede hacernos decir –como
a Yoshiro Chávez– con lograda dicción: Se delinea una curva / púrpura /
forjando un labio; boca de donde parte
una voz que –poniendo en tela de juicio la experiencia vital– se aproxima con
singularidad conceptual en el estilo a cierta incisión coloquial. Economía
verbal, algún conseguido letrismo; una nave que –como «el barco ebrio» de
Rimbaud transita por el mar del amar, la autonegación, y la razón, de la que
nadie sobrevive. En suma, estamos ante una poesía cuya realización trasunta un
tono urbano pop de origen andino –como expresa el poeta– desde donde con mi
barco / resistimos.
Orillas del río Cooper, New Jersey
South, junio 2017
LAS ÓRDENES DEL EBRIO O LA METÁFORA DEL BARCO
Harold Alva
Un texto que no conmueve puede ser cualquier cosa menos poesía. El escritor está condenado a poner de pie sus emociones para batirse con los fantasmas del pánico que asisten al corso puntual de la expresión, acaso como versos cuyo encabalgamiento se encabrita a medida que sus impulsos van tomando fuerza o porque el pulso del poeta asume la misión de vestirlos con el implacable código del lenguaje.
Pienso en nuestra civilización ahora que ingreso al cuerpo textual de Las órdenes del ebrio, libro dividido por tres puertas, en el que aborda el mar configurándolo desde la opción amatoria a donde acude incorporando a la mujer con los ojos de una ciudad sobre la que detiene sus pálpitos, la aliteración del color que esparce con la habilidad de un experto en el arte de la sensualidad, pero sus tomas no son lineales, Yoshiro Chávez conoce la oscuridad, por eso la cruza describiéndonos su perfil, los dientes que se aferran duplicándolo como quien intenta desatar la raíz, la causa de todo aquello que lo perturba y lo conmina a redactar las impresiones del miedo porque el amor es la exposición de lo terrible cuya única pretensión es recuperar lo excelso, la fragilidad de la pureza, su condición de puente.
Yoshiro Chávez sabe que el lenguaje también puede acudir a lo visual al modo de los concretistas, de allí que en su propuesta identifico algunos vasos comunicantes con la estética de nuestros vanguardistas: Oquendo por la sensibilidad, el primer Nixa por sus elementos. Pájaros, nubes, hierba, gallinazos, muerte, ácaros, macho y hembra, con la singularidad de una voz que se alimenta de todas las escuelas sin parecerse a ellas.
Posterior al primer impulso, ingresa al hecho textual «Las cuerdas verticales» que consolidan su estilo: una poesía ontológica que se ha desprendido de la atención de su receptor, aquí la ambición por la imagen destaca en las múltiples posibilidades que le ofrece la técnica. Juarroz funciona como una ventana: versos impecables que no necesitan de la torrencialidad discursiva del barroco. Eso que nos podría llevar a emitir un juicio que lo pone de espaldas a las poéticas últimas, lo afirma como un escritor preocupado por devolverle a nuestra lírica su dimensión universal.
Estamos frente a una construcción que hizo suya la inquietud de los rupturistas: el estremecimiento monta a pelo un potro que galopa sobre el descarnado paisaje de un momento apocalíptico. Hay un espacio real y un espacio onírico, Chávez toma de ambos, las crines de su bestia necesita de ambos: su fijación no es el resultado estético sino la carne cruda, el animal expuesto al peligro, la perturbación de los sentidos como el fuete que moviliza a su poética hacia su propia verdad y su verdad es extraliteraria.
“¿Qué hay en los rostros deshabitados?” –se pregunta. La respuesta es metafísica. “En los ojos aparecidos bajo el agua”: «trajina/ incrédulo / tiene una inmensa boca / caries / aroma / inciensos / por donde traga / regurgita». Su existencia con la metáfora del barco, como Heraud y la metáfora del poema “El Río”, pero este barco posee otra visión, su recorrido se dimensiona con la presencia del hijo en un viaje que recoge como el Noé bíblico no solo animales sino el pánico y la destrucción, la tempestad de una época que demanda aquel sentido épico que pone de pie al poeta, que dirige su brújula hacia la intemporalidad del texto.
La propuesta de Yoshiro Chávez lanza sus redes a lo que se está escribiendo en Latinoamérica: la precisión de su estructura es ambiciosa, pudo partir de una imagen que apuntara el canon superficial de la belleza. Eligió el peligro de su propia tormenta. El resultado es un libro transgresor que nos reconcilia no solo con los aportes de nuestra modernidad sino con el misterio de una especie sobre la que deambulan fantasmas, territorios, vestigios de una civilización que sobrevive gracias a las órdenes de quienes decidieron escribirla.
Atrévanse a cruzar estas puertas.
Barranco, junio de 2017
El hombre
Camina
traga con las manos
con las manos
el cuerpo
el cuerpo
con las manos
con las manos
y con el cuerpo
con el cuerpo
y con las manos
se aplasta
insecto
en la corteza
bulle
se recuesta
posa la cabeza
observa.
A tientas
Bebe le dicen y bebieron
bebe pedía y no dejaron de beberla.
La vida ablanda
los besa en secreto
les da promesas
les da legiones invisibles.
Bebe sudando
sudaron
suden exigía.
Tomen el humo del pellejo
que nadie sepa que entran
en su cuerpo.
Harold Alva, Roger Santiváñez, Yoshiro Chávez y Teófilo Gutiérrez. Presentación de Las órdenes del ebrio en la 22 Feria Internacional del Libro, 6 de agosto de 2017. |
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