jueves, 22 de agosto de 2013

LOS DISPAROS, LIBRO DE POESÍA DE EVGUENI BEZZUBIKOFF

Evgueni Bezzubikoff hace el milagro. Sus poemas abren en el ojo unas mirillas. Uno se asoma por ellas y ve a otros como nosotros, pero mejores, más nosotros, viviendo la poesía que afuera leemos.
Carlos Franz

Es refrescante encontrar una voz joven y nueva, y sobre todo reconocible en el concierto de las voces de la generación a la que pertenece. Su tono es cosmopolita. Su poesía pertenece a los emigrados y es nostálgica, querendona y reflexiva, aun a 130 km. por hora.
Rodolfo Hinostroza

LOS DISPAROS DE EVGUENI BEZZUBIKOFF 

por Miguel Ildefonso

En la poesía peruana, como en la de Latinoamérica, existió la migración del poeta hacia nuevos y antiguos horizontes. Nuevos en el sentido de una búsqueda de renovación estética que dio obras como la de César Vallejo, César Moro o Jorge Eduardo Eielson. Y antiguos porque significaron adentrarse en la tradición occidental y participar o dialogar con dichos referentes y monumentos universales. El punto de llegada era Francia principalmente, la vieja Europa, como ahora lo es los Estados Unidos. Sobre todo desde los poetas aparecidos en los años ochenta, el imperio se ha vuelto un nuevo referente en que poetas que radican allá han volcado sus versos retratando la constante diáspora, el continuo exilio, la interculturalidad babélica que caracterizan a este nuevo mundo globalizado. Voces como la de Eduardo Chirinos, José Antonio Mazzotti, Mariela Dreyfus, Miguel Angel Zapata, Róger Santiváñez, prefiguran esta nueva voz, la de un poeta que muy pronto llegó al país del Tío Sam. A diferencia de otros, Evgueni Bezzubikoff se inició poéticamente en ese nuevo territorio lleno de renovados mitos. De ahí la frescura de su poesía que señala Rodolfo Hinostroza en la contratapa de Los Disparos, libro que estamos presentando en Lima, en la Librería La Familia, ante su familia, lejos de la librería McNally, de su ciudad poetizada, Manhattan, en donde suele presentarse Evgueni y presentar a sus amigos que como yo, algunas veces, recalamos en esa gran manzana para levantarle el vestido a la Estatua de la Libertad, y ver de qué color son sus bragas.   
Hoy está aquí Evgueni, en Lima la bella, la Manhattan inca, presentando él mismo estos Disparos que nacen tanto de estas ciudades como de los libros que nos colman y de las experiencias íntimas por las que, como también dice Carlos Frank en la contraportada, “ve a otros como nosotros, pero mejores, más nosotros, viviendo la poesía que de afuera leemos”. Su poesía, como ya hemos ido viendo en sus libros anteriores, apunta a revelarnos lo que queda de esas pesadillas urbanas del amor cuando algo oscuro se nos presenta justo cuando vamos a alcanzar lo inalcanzable. Me viene a la mente la escena final de la película Carlitos Way cuando un asesino inesperado es quien fulmina a Al Pacino que estaba a punto de abordar el tren y alcanzar el amor soñado con la amada bailarina. Esa intensidad busca la poesía que nos trae el poeta ahora, esa tragedia que está en las carreteras, en los bares, en los museos, en los teatros. El poeta conversa con la muerte como si fuera la nostalgia o como si se tratara del amor. O quizás sean lo mismo, una misma imagen tridimensional como son las fotografías que acompañan a los textos.
Los disparos apuntan a esos viejos mitos con los cuales se han construido esta civilización, y que hoy se ven trastocados por una nueva sensibilidad. Es lo que se interpreta de la imagen de la portada del libro, la mujer es abrazada por un esqueleto, un fantasma, un pasado que aun viste de vida aferrándose a esa mujer intacta, renovada en sus nuevas dimensiones. No en vano son mujeres, y jóvenes y bellas, las que se retratan en el interior del libro también. Y solo hay un hombre allí, un anciano en un auto más viejo aun. Y, por supuesto, al final vemos al mismo Evgueni, como el cronista de esta nueva era, con el fondo del río Hudson y el Central Park, a una altura en que solo la poesía puede alcanzar para decir lo inexpresable.

Miguel Ildefonso

Portada del Sol, invierno, 2013.


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