miércoles, 12 de junio de 2013

LA FALSA PIEL QUE ME HABITA DE ROCÍO DEL ÁGUILA GRACEY EN LA 18 FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE LIMA 2013


 







LA FALSA PIEL QUE ME HABITA/ LUIS FERNANDO CHUECA

Despojarse de la piel. Rechazar su habilidad para dibujar señas de identidad rígidas o cuando menos perdurables. Vulnerar sus patrones y colores uniformes, sus texturas más cómodas. Alejarse de las genealogías inscritas en sus rasgos, que pugnan por conducir comportamientos y lenguajes. ¿Se trata entonces de cambiar de piel? Despojarse de la piel equivale habitualmente a descubrir-se, abandonar los velos recibidos como herencia con la intención de mostrar una superficie más cierta, ajena al fingimiento. No es ello, sin embargo, lo que ocurre en estas páginas. Aquí la piel no cubre, como se esperaría, sino que habita el cuerpo: es eje, médula, estructura que informa. Por eso esa falsa piel que se pretende descartar en el recorrido que sutilmente trazan los poemas no deja libre otra capa más real, sino obliga al desajuste: la insubordinación, las búsquedas sin soluciones, lo fugitivo y lo fugaz. La disidencia. Lo inaceptable que pone en entredicho incluso las voces que utiliza para aludirlo. La incertidumbre que acompaña esta tarea y la palabra erizada en que se sostiene no buscan, entonces, fundar un espacio nuevo, sino dejar constancia de la incomodidad frente a los lugares reconocibles y, por ello mismo, nombrables: “Palabras que van formando nuestro ser / y nos maldicen / hasta quedar condenadas / a repetir la misma historia”. Frente a ello, la voz que habla en La falsa piel que me habita deja de pertenecer a la “muchacha sumisa y obediente” que “cada día trata(r) de mejorar / la postura / la caligrafía / mi anatomía / aceptar a ese único mandato / que permitirá establecerme como mujer / dentro de la sociedad” y procura la apertura, la exploración de la corporeidad, el estallido del deseo, el desdoblamiento que permite una mirada otra. Con este libro, Rocío del Águila inicia un recorrido que no pretende derroteros claros, sino indagación: “Descifrar lo que aún no se ha escrito / o lo que se encuentra / entre el límite de nuestras miradas”. Sin pieles que recubran, sino en carne viva.





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